Cuando Rajoy dice, al referirse a Bárcenas, que «se han cometido errores», usa lengua de madera, la misma con que Carolina Bescansa denuncia, para proteger a su concejal antisemita de Madrid, que «en España se investigan los tuits pero no las cuentas en Suiza». Muy del gusto también de la jerga comunitaria, la lengua de madera (‘langue de bois’, en su francés original), recuerda al grandioso Cantinflas, que hablaba mucho sin decir nada, y es una cortina de humo, tejida con verborrea, que resulta útil para desviar la atención y maquillar la realidad. El lenguaje de madera se hizo inherente a la vieja y rancia política, pero veo que sigue utilizándose aún, con la misma finalidad: jugar al escondite. Sería mejor que los partidos recuperaran el román paladino, para saber, no cuánto hablan, sino qué tienen que decirnos.