A falta de que la ministra Tejerina traiga hoy una razón para el optimismo en su visita a Lorca, o Rajoy lo haga mañana, el desfile por la Región de los primeros espadas de la política nacional deja una pobre cosecha para los regantes. Ninguno de ellos se moja cuando toca garantizar al menos la supervivencia del Tajo-Segura, y de sus respuestas se infiere que la palabra ‘trasvase’ ni figura en su colección de frases hechas. Huyen de ella como alma que lleva el diablo. Sáenz de Santamaría dice que el Gobierno «estudia una mejora estructural del precio del agua desalinizada»; Albert Rivera, que «el agua es de todos y para todos» y, Pedro Sánchez, que «debe ser un elemento de cohesión social que responda a las necesidades de los agricultores que sufren la carestía». Eso sí, de selfis y apretujones se van todos bien cumplidos.