Está en manos de la oposición, y no en las del Gobierno, solucionar los problemas de la Región. Todos. Basta con que los colectivos en apuros desfilen por la Asamblea y convenzan de su emergencia a PSOE, Podemos y Ciudadanos. Da igual cuánto dinero cueste arreglar el asunto, que no exista consignación presupuestaria, que el déficit público siga desbocado, o que se incumpla la Ley de Estabilidad. Si la oposición ordena que se haga un hospital nuevo, o siete, háganse -aunque no tengan respaldo financiero-, a la luz de que 23 son más que 22, ese fundamentalismo parlamentario que lleva al Legislativo a arrogarse competencias del Ejecutivo. He aquí, otra vez, lo peor de las mayorías absolutas -la imposición-, en una versión nueva pero igualmente perversa, porque lo único que cambia es quién pasa el rodillo.