El copago farmacéutico de los pensionistas debería ser una raya roja, como las recetas de antes, que ningún Gobierno traspasara. Ni crisis ni milongas. A esa provecta edad, las mieses son menos y el gasto en botica, más. Por no hablar de lo que viene. Los veinteañeros y muchos cuarentones de hoy se jubilarán con una pensión miserable, dado que difícilmente podrán reunir el periodo de cotización necesario para disfrutar de un retiro digno. Cierto es que la hucha se agota, porque el mercado laboral está hecho una calamidad, pero sumen ustedes el sueldo que los diputados cesantes cobran por gracia divina, el que perciben muchos políticos inútiles, las fortunas que en la Administración se dilapidan, y lo que algunos roban, y verán que hay más tela donde cortar, antes que tocarle los ‘güevos’ a los pensionistas.