La reapertura del Museo Arqueológico Nacional (MAN), el 1 de abril, tras una remodelación que ha costado 55 millones de euros y tres años de trabajos, pone sobre la mesa una cuestión recurrente: la devolución de piezas y obras de arte a sus lugares de origen. Porque en las flamantes vitrinas del MAN, por ejemplo, se exponen al menos una veintena de objetos de enorme valor procedentes de yacimientos arqueológicos de la Región; y ninguno regresará a casa.
Una arqueóloga me cuenta que dicha dispersión tiene su origen en la política cultural “centralizadora” desarrollada en el siglo XIX y buena parte del XX, cuando a los fondos de los museos nacionales y regionales iban a parar los ‘tesoros’ hallados en las excavaciones, principalmente porque no existían otras dependencias donde conservar en condiciones todo ese patrimonio. Según esta experta, en los últimos años, “afortunadamente”, esa tendencia ha cambiado, conforme los pueblos han ido contado con unas instalaciones capaces de albergar los hallazgos arqueológicos de su territorio. Lo que se lleva, pues, es la conservación ‘in situ’. Así que, a partir de ahora, y salvo excepciones, ya no debe haber ‘fugas’.
Sin embargo, el conflicto surge cuando se reclama aquello que forma parte de las colecciones históricas de otros museos. Entonces, la respuesta siempre suele ser la misma: un ‘no’ rotundo. Que se lo digan a Jumilla, que ha tratado de recuperar sin éxito una escultura del dios Hyppnos, del siglo II antes de Cristo, que se conserva en Berlín. En Alhama de Murcia hay a quien le hubiera gustado que regresara el llamado ‘tesorillo de la Pita’, formado por 31 monedas musulmanas y alfonsinas, y expuestas en la capital murciana. Mientras que a Mazarrón ya se le escapó el barco fenicio ‘Mazarrón I’, y ahora el Ayuntamiento no quiere que le pase lo mismo con la otra nave que permanece hundida en la playa de La Isla, para lo que (pronto) piensa llamar a la puerta del Ministerio de Cultura, de la mano de la Consejería.
Urna fenicia del yacimiento de La Isla, expuesta en Cartagena. / P. SÁNCHEZ
El argumento para solicitar que se restituya ese patrimonio no es solo una cuestión sentimental. Estas joyas de la arqueología tienen su tirón para atraer visitantes (e ingresos) a los pueblos. Pero “no podemos desvestir a un santo para vestir a otro”, alegan desde los museos ‘grandes’. Explican, además, que ellos deben mostrar una selección de lo mejor, y a partir de ahí invitar al público a visitar los museos y centros de interpretación locales.
Sí hay disposición, en cambio, para negociar la vuelta de otros materiales que no se exponen y que se custodian en los fondos, aunque también son “dignos de ver la luz”. Y en esa tarea, por ejemplo, está trabajando ahora el Ayuntamiento de Mazarrón, con vistas a dar contenido a su futuro museo arqueológico. De momento, no ha trascendido qué piezas podrían regresar a la localidad.