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Miguel Rubio

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La Manga idílica de Bonet

La Manga del Mar Menor, el principal reclamo turístico de la Región, perdió la oportunidad de convertirse en un referente de la arquitectura moderna. A principios de la década de los sesenta del pasado siglo, los reconocidos proyectistas Antoni Bonet y Josep Puig Torné recibieron el encargo del promotor Tomás Maestre de redactar la planificación urbana de esta lengua de arena, de 20 kilómetros de longitud, por entonces un paisaje virgen adornado de dunas. La maquinaria se había puesto en marcha unos años antes, con el plan del ministro Manuel Fraga para convertir el sector turístico en la principal industria del país, dando el salto de las vacaciones tradicionales al turismo de masas.

Obras de construcción del edificio Hexagonal, de Bonet, en La Manga.

Sorprende que sesenta años después, el proyecto de Bonet y Puig siga de plena actualidad, acorde a los vientos que soplan ahora en la arquitectura y el urbanismo. Porque su diseño de La Manga tenía en cuenta no solo el respeto a los valores naturales de este paraje único, sino, además, su “sostenibilidad económica”, como recuerdan en un interesante artículo los arquitectos y profesores de la Politécnica José María López Martínez y Edith Aroca Vicente. La propuesta de Bonet y Puig consistía en concentrar las intervenciones arquitectónicas con el fin de conservar intacto el máximo posible de terreno virgen. Para que la operación fuera rentable, la construcción sería en altura. El desarrollo se basaba en unidades turísticas independientes  y suficientemente separadas unas de otras para permitir a los turistas disfrutar del bucólico paisaje. El plan inicial, según recoge el citado artículo, incluía una carretera de 32 metros de ancho, un helipuerto, una plaza de toros, doce núcleos de atracción turística, dos pueblos de pescadores (El Estacio y El Pedrucho) y 26 hoteles. El resto de la historia es conocida por todos. “La impaciencia de los promotores hizo que el proyecto se densificara”, recuerdan Aroca y López Martínez, Y añaden: “La promoción de la segunda residencia no garantizaba la sostenibilidad del modelo, pero suponía ingresos rápidos”. En fin, la fábula de la gallina de los huevos de oro.

Sin embargo, de aquel sueño truncado algo queda. Bonet (que trabajó en el estudio parisino de Le Corbousier, conoció de primera mano la efervescencia de las vanguardias artísticas y que destacó también en el diseño con su famoso sillón BKF)  dejó en La Manga varios edificios que son todo un símbolo del Movimiento Moderno. A saber: el Conjunto Hexagonal, el club náutico Dos Mares, el edificio Babilonia, los apartamentos Maralet y el bloque de bungalós de la salida número 32. La pena es que la mayoría de estas construcciones están irreconocibles, una prueba más del poco aprecio hacia una arquitectura tan cercana en el tiempo como relevante. Cabe preguntarse si la protección que le otorga el plan urbano de Cartagena no llega demasiado tarde.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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