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Miguel Rubio

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Dragones en el cementerio

A Norberto Morales Gallego la muerte vino a buscarle cuando apenas había empezado a vivir. En la lápida de mármol que le dedicaron su padre y sus hermanos se puede leer que falleció el 29 de junio de 1905, con solo 18 años. Su tumba es una de las más antiguas del cementerio de Mazarrón, y conserva un cierto toque de misterio debido a la decoración escogida para honrar y recordar al joven fallecido. Es fácil de distinguir la sepultura (a la izquierda, según se entra al recinto) porque es la única con dosel. Se trata de una especie de pequeño baldaquino, de metal, donde destacan las figuras de unos dragones (otros creen que son caballitos de mar) y una profusión de adornos florales. Qué llevó a los dolientes familiares de Norberto a decantarse por esos motivos decorativos o quién fue el herrero que forjó este llamativo palio fúnebre son preguntas que siguen en el aire y que, por tanto, permiten volar a la imaginación. Lo que sí parece claro es que el diseño cuajó influenciado por las corrientes modernistas que empezaban a soplar con fuerza en aquella época. Un movimiento que alcanzó también a las artes menores, como la rejería (sería éste un claro ejemplo) y que se decantaba por una decoración profusa, de lineas curvas, inspirada en la naturaleza y en ocasiones con un toque exótico extraído de otras culturas (ahí podrían encajar los dragones). No muy lejos de esta tumba hay otro enterramiento, también de principios de siglo, en peor estado de conservación, y con una decoración aún más extraña: dos seres alados monstruosos que parecen alzar el vuelo mientras sostienen con sus bocas de afilados dientes una corona o un candelabro.

Detalle del dosel que cubre la tumba, con figuras que parecen dragones.

El actual camposanto de Mazarrón data de principios del siglo pasado; el anterior (recuerdo haberlo recorrido de pequeño no sin algo de miedo metido en el cuerpo) se ubicaba en una parcela no muy lejos de la moderna Casa de Cultura. En las últimas semanas, el cementerio ha sido noticia porque se ha podido confirmar que uno de sus panteones, el de la familia Martínez Oliva (del año 1923), es obra del arquitecto Víctor Beltrí, referente del modernismo en la Región. Recientemente también se ha atribuido el mausoleo de Francisco Povo y su esposa (1926) al mismo proyectista. En fin, que el cementerio municipal parece guarda mucha historia, que no debería perderse. Y, también, bastantes interrogantes que esperan respuesta.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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