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Miguel Rubio

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Un tanatorio con premio

Si los premios de arquitectura aspiran a ser una radiografía del momento que vive la Región, la última edición del certamen nos lleva a pensar que perduran los coletazos de la crisis económica y financiera, de la que el sector de la edificación tampoco escapa indemne. En general, y salvo alguna excepción, no hay grandes obras entre los galardonados, mientras que abundan los proyectos sencillos, funcionales y de menor entidad. De hecho, y por primera vez, el ‘premio gordo’  fue para un edificio con tan aparente escaso atractivo como es un tanatorio. A falta de que se haga pública el acta con el fallo de los 14 miembros del jurado, he aquí algunas pinceladas de las valoraciones que se formularon a la hora de otorgar los principales reconocimientos.

Tanatorio Campo de Cartagena (Premio Regional de Arquitectura), de Martín Lejarraga. Destaca la acertada reflexión que propicia en torno a un uso tan sensible, así como por su adecuada respuesta en un contexto -se levanta en mitad de un polígono industrial- frío y hostil. Llama la atención el jurado sobre la composición de volúmenes, el manejo de la luz natural y la austeridad de los materiales.
Centro de salud de Santiago el Mayor (Murcia), de Edith Aroca y José María López. Una pieza arquitectónica que conjuga funcionalidad y racionalidad, con una presencia abstracta que le da su propia identidad.

Capilla del tanatorio, de Martín Lejarraga.

Casa en la Mota del Río (Murcia), de Antonio Abellán y Javier Esquiva. Una actuación sensible al lugar (en plena huerta) que no solo interactúa con el paisaje, sino que va más allá al tratar de poner en valor el espacio agrícola que rodea la construcción, pegada al cauce del Segura.
Rehabilitación de una vivienda unifamiliar en el Campo de Cartagena, de Rosa María Ballester Espigares. Una acertada reinterpretación de la casa tradicional de esta comarca, con un lenguaje depurado y minimalista. Entre sus virtudes, la configuración de espacios y ambientes permeables al exterior.
Restauración de la capilla del Rosario (Lorca), de Juan Carlos Cartagena Sevilla. Rigor, coherencia y respeto en la rehabilitación del patrimonio histórico.
Plan integral de fachadas (207-2014) de Cartagena, de Marcos Ros Sempere. Una estratégica intervención para recuperar la identidad de un centro histórico, a la vez que se contribuye a la puesta en valor de todo el espacio urbano.
Además, el auditorio de El Batel (Cartagena), de José Selgas y Lucía Cano, se alzó con el premio a la permanencia de los valores arquitectónicos. En principio, podría haber sido un firme candidato para el máximo reconocimiento, sin embargo, las bases del concurso establecen que solo pueden aspirar al premio regional aquellos edificios terminados dos años antes de la convocatoria, esto es, a lo largo de 2013 y 2014. El que se marchó sin medalla (aunque estuvo entre los finalistas) fue el palacio de deportes de Cartagena, del estudio Ad-Hoc, salpicado, quizás, por el continuo cruce de reproches que ha salido a la luz pública a cuenta de los retrasos en las obras y el coste final. Sus autores lo defienden: “El edificio existe y responde, en bastante medida, a los presupuestos iniciales: economía, compacidad y plasticidad”.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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