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Miguel Rubio

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Arquitectura para una mejor educación

En menos de dos semanas, la Consejería de Cultura ha formalizado, mediante la publicación en el boletín oficial, la protección de dos construcciones educativas del siglo XX: las Escuelas Nuevas de El Palmar (Murcia) y el instituto Ibañéz Martín de Lorca. Ambas edificaciones son ahora bienes inventariados, lo que obliga a sus propietarios a asegurar la “integridad” del conjunto y a solicitar autorización a Patrimonio Histórico antes de llevar a cabo cualquier intervención.
Ambos expedientes suponen toda una novedad. Si ya resulta extraño que en los catálogos oficiales se haga un hueco la arquitectura moderna, más llamativo es que se trate de espacios dedicados a la enseñanza. Así, revisando por ejemplo la documentación de Plan Especial del Conjunto Histórico de Murcia cuesta encontrar equipamientos docentes que gocen de protección. En el caso de la capital aparecen el colegio Andrés Baquero (1910), en estilo neomudéjar; las Escuelas de San Antolín (1930), ecléctico-neomudéjar; y el colegio de El Carmen (1936), ecléctico, los tres del gran Pedro Cerdán. Otros catálogos, como el de la Fundación Docomomo Ibérico, amplían la visión, y citan las Escuelas de 22 grados, de Lorenzo Ros, en Cartagena; y las instalaciones de Maristas La Fuensanta (1971) y el colegio Monteagudo (1966), ambos de Pedro Pan da Torre, en la capital murciana.
Leyendo las resoluciones aparecidas en el BORM sorprenden, por ejemplo, varios nombres de profesionales destacados del momento que de una u otra manera tuvieron algo que ver. El diseño de las Escuelas Nuevas de El Palmar lleva la firma del arquitecto José Luis de Léon y Díaz-Capilla, quien dejó en la ciudad varias edificaciones singulares del Movimiento Moderno, como el bloque de viviendas conocido como ‘El acorazado’ en la plaza de San Domingo, 12. Por entonces, quien estaba al frente de la oficina técnica del Ministerio de Educación era Miguel Fisac, otro grande de la arquitectura del siglo XX, y quien certifica que el conjunto está acabado es Daniel Carbonell Ruiz, autor de uno de los referentes de la arquitectura industrial de los sesenta, la Central Lechera Murciana, en la carretera de Alicante.

Escuelas Nuevas de El Palmar. Al fondo, la entrada al comedor.

En fin, que la decisión adoptada por Cultura parece justificada. Y no solo por las soluciones constructivas adoptadas en estos diseños,  en lo referente por ejemplo a la iluminación o la ventilación, con el fin de hacer más cómoda la tarea del aprendizaje y la enseñanza, dentro de las corrientes racionalistas del momento. Estos edificios también contienen un “valor simbólico y rememorativo para la población local”, como se apunta en uno de los documentos oficiales. La pena es que muchos centros docentes con historia de la Región no han corrido la misma suerte. Ahí está sin ir más lejos el instituto Ramón Arcas de Lorca, una de las primeras obras del citado Fisac, que soportó mal la fuerza del terremoto que sacudió la ciudad en 2011. Todavía hay quien se lamenta de que su demolición fue una decisión precipitada.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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