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Miguel Rubio

Microhistoria(s)

Cinco escenarios de un milagro

Aquellos sí fueron tiempos difíciles, y no los de ahora, pese a ese ‘tsunami’ llamado crisis. A finales de 1585, el pueblo de Mazarrón parecía precipitarse hacia su desaparición, acosado por las deudas para pagar el privilegio de villa, los ataques de los piratas berberiscos y la decadencia de la minería. Sin embargo, un milagro cambió el rumbo. Según las crónicas transmitidas hasta nuestros días, la madrugada del 17 de noviembre de aquel lejano año una misteriosa amazona apareció para ahuyentar a los corsarios del temible Morato Arráez,  que, sigilosos y aprovechando la oscuridad, habían desembarcado en la cercana costa para asaltar la localidad. 430 años después, el prodigio se sigue celebrando con la romería más alegre que conozco. La cita es este domingo, con salida a las 8 de la mañana. He aquí cinco escenarios para sacarle todo el partido a esta celebración.

1) Iglesia del convento. Punto de partida de la romería, en la plaza del mercado. La arquitectura de este edificio data del siglo XVIII. Destacan las pinturas del camarín del altar mayor, obra de los religiosos franciscanos. La iglesia se levantó en el paraje del Romeral, donde en el siglo XVI estuvo una ermita dedicada a la Purísima Concepción.Según los testimonios de la época (recogidos en las ‘Nueve declaraciones’), los vecinos escucharon tañir las campanas del pequeño templo coincidiendo con el prodigio. Y cuando llegaron, observaron que el rostro de la imagen religiosa mostraba unas gotas de sudor, que la talla miraba ahora hacia el sur, en dirección a la mar, y que en su manto había restos de arena. A los devotos ya no les quedaron dudas, y atribuyeron a la intervención de la Virgen la desbandada de los piratas.Un cuadro recuerda ese episodio. En el templo también se guarda la bandera del milagro, una enseña que, según cuentan, abandonaron los corsarios en su apresurada huida. La restauración de esta pieza hace unos años sacó a la luz la inscripción en la tela de unos versos del Corán, aunque no se pudo determinar la fecha exacta del tejido.
2) Torre de los Caballos. Anexa a esta atalaya, frente a la playa de Bolnuevo, se localiza la ermita donde reposa la imagen de la Virgen del Milagro todo el año, salvo cuando llega la romería. Es el punto final del festejo. La torre defensiva, de planta cuadrada y dos pisos, se construyó en el siglo XVI para proteger a la población de los piratas. Formaba parte de un cordón defensivo compuesto además por las torres de Santa Elena (La Azohía), la Cumbre (Puerto de Mazarrón) y el Molinete (Mazarrón). Hoy acoge un centro de interpretación, y estos días se organizan visitas guiadas (teléfono 968 594 426) con motivo de la romería del Milagro.

Subida de la Virgen del Milagro a Mazarrón. Este domingo será la romería de vuelta a Bolnuevo. / J. M. RODRÍGUEZ

3) Calas vírgenes. Desde Bolnuevo y en dirección a Águilas se abre un paraje de playas desiertas y aguas cristalinas, todavía hoy libres del ladrillo. En una de ellas, llamada Cueva Lobos (por una colonia de focas monje que hubo tiempo atrás) parece que desembarcaron los corsarios comandados por Morato Arráez, de madrugada, para no ser vistos por las patrullas a caballo encargadas de vigilar la costa. En verano, bañarse en estas calas es un lujo; en invierno, pasear por ellas aporta un bálsamo contra el estrés.
4) Bolnuevo. La amplia playa de fina arena, con un pequeño poblado de pescadores, acoge a los miles de romeros que, una vez terminado el camino, dedican el resto de la jornada a disfrutar de un almuerzo en familia y con los amigos. No faltan las sardinas asadas, la típicas migas y los arroces cocinados en la leña. Dice la leyenda, adornada a los largo de los siglos, que por esta playa fue vista la misteriosa amazona, y que por donde pisó todavía hoy crecen las azucenas.
5) Minas de alumbre. El origen de Mazarrón hay que buscarlo a mediados del siglo XV gracias a la explotación del alumbre, en aquella época un residuo mineral fundamental para la industria textil. El negocio se lo repartieron los marqueses de Villena y de los Vélez gracias a un privilegio real. Los nobles levantaron castillos para proteger sus posesiones e iglesias (San Antonio y San Andrés) para prestar socorro espiritual a sus vasallos. La riqueza hizo germinar el sentimiento independentista, y en 1572 Felipe II firmó el título de villa (hoy desaparecido por un robo) que otorgaba a Mazarrón su autonomía de Lorca.
El alumbre ya es historia, pero  la romería del Milagro está más viva que nunca.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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