Durante cuarenta años, Francisco Prieto-Moreno ocupó el cargo de arquitecto conservador de la Alhambra. Así que cuando proyectó la sede de la Delegación del Gobierno de Murcia, en la valla que protege el edificio de la avenida Teniente Flomesta dejó unos motivos decorativos que recuerdan el famoso monumento granadino. Prieto-Moreno destacó como uno de los tecnócratas del franquismo, siendo uno de los principales impulsores de la arquitectura del régimen. Ese inmueble oficial, en la fachada urbana del río Segura, aparece catalogado por la Fundación Docomomo Ibérico, que vela por la conservación de la arquitectura del Movimiento Moderno. Sin embargo, esa referencia parece que no se ha tenido en cuenta a la hora de abordar la reforma de la sede gubernativa. Lo denuncian José María López y Edith Aroca, profesores de la Politécnica de Cartagena que centran su investigación en la arquitectura del siglo XX. Ambos profesionales pidieron sin éxito que se paralizaran las obras y que se diseñara un nuevo proyecto de rehabilitación que tuviera en cuenta “todos los valores arquitectónicos e históricos del edificio, en su exterior e interior”.
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Obras en la sede de la Delegación del Gobierno. / NACHO GARCÍA
López y Aroca ven una “absoluta falta de sensibilidad” en esta reforma, porque lleva camino de transformar por completo la fisonomía del inmueble, dejándolo irreconocible. Sus críticas han puesto la lupa sobre una asignatura todavía pendiente en nuestra región: la conservación y puesta en valor del patrimonio arquitectónico moderno. Murcia cuenta con un ramillete de edificios singulares del último medio siglo que apenas gozan de protección y que, por tanto, corren riesgo de desaparecer o de sufrir alteraciones graves. Ha ocurrido, como botón de muestra, con el cine Rex, al que le han colocado delante una marquesina de taxis, tapando su fachada principal, obra de Guillermo Martínez Albaladejo. Si no se toman medidas, puede que algún día tengamos que lamentarlo, porque no quedará en pie la arquitectura de nuestro tiempo (la mejor, claro está), esa que deberíamos dejar como un legado a las próximas generaciones.