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Miguel Rubio

Microhistoria(s)

Monda radical

En todo el tiempo que llevo paseando por la huerta en bicicleta (que ya son años), nunca antes había visto una monda (limpieza) de las acequias tan ‘agresiva’ como la acometida a comienzos de esta primavera. Una mañana me sorprendió encontrar incluso una pequeña excavadora dentro del cauce mayor de la Aljufía, no muy lejos del camino de los Silvestres. Y más aún cuando, de la noche a la mañana, no solo desaparecieron las cañas y la basura del fondo, sino también algunos de los chopos que daban sombra. Ahí siguen los troncos talados para quien tenga curiosidad de comprobarlo. Para más ‘inri’, daña a la vista el uso de cemento para consolidar el empedrado de los muros. Los grupos políticos Ahora Murcia y Cambiemos y la asociación conservacionista Huermur también se han percatado de la situación, y el caso está ahora en manos del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, que tiene una investigación en marcha. Resulta que la monda ‘salvaje’ no solo se han llevado por delante parte de la vegetación de la Aljufía. La Alquibla (la otra acequia mayor, en la margen derecha del río) también ha sufrido lo suyo, según la denuncia de Ahora Murcia. Su portavoz, Alicia Morales, hizo público los destrozos en dos tramos, entre San Ginés y Era Alta y en Nonduermas.

Las acequias mayores beben de la Contraparada para distribuir el agua por toda la huerta de Murcia, a través de una red de 500 kilómetros de canales, que llegan más allá de Santomera y Beniel. Es una obra que cambió el paisaje y aseguró las bases de este pulmón verde que envuelve la capital del Segura. Algunos de sus tramos están protegidos como bien cultural. Pero su importancia en el entorno de nada le ha valido en esta ocasión. Ni la Comunidad Autónoma, ni el Ayuntamiento de Murcia ni la Confederación Hidrográfica se han pronunciado al respecto, hasta ahora. Unos por otros parecen desentenderse, como si no fuera con ellos. Y desde la Junta de Hacendados, que debe velar por el cuidado de los canales de riego, argumentan que algunos árboles han sido cortados porque representaban riesgo para las personas. De otras talas dicen que no saben nada: ni quién las ha ejecutado ni el motivo. En fin, el daño ya está hecho. Así que no estaría de más que alguno de los organismos citados se encargaran de supervisar las mondas, no sea que la próxima vez también se les vaya de las manos.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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