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Miguel Rubio

Microhistoria(s)

Bodas y poder en el XVIII

Las bodas sirvieron durante el siglo XVIII como herramienta para retener el poder en la sociedad mazarronera. Una investigación, que acaba de ver la luz, confirma la elevada  consanguinidad en una decena de sagas familiares autóctonas del municipio minero, todas ellas situadas en la cima de la escala social. Según el autor del estudio, el historiador de raíces mazarroneras Joaquín Ruiz García, esa especie de endogamia, con matrimonios entre tíos y sobrinos y entre primos hermanos, revelaría una estrategia de la élite local para seguir controlando no solo los principales motores económicos de la población sino también el poder político. En la
mayoría de los casos, incluso fue necesario obtener una dispensa de la Iglesia antes de formalizar el enlace.  También el aislamiento que sufría Mazarrón, con unas más que deficientes comunicaciones, explicaría esta sociedad tan cerrada.

Para llegar a esta conclusión, el autor ha dedicado tres años de trabajo a ‘vaciar’ los registros parroquiales y a cruzar datos, utilizando los apellidos como marcadores genéticos. El estudio se centra en el siglo XVIII porque, principalmente, en esa época el municipio ya estaba consolidado, tras su independencia de Lorca, y, además, aún no había llegado la inmigración de la minería del siglo XIX, procedente de los cotos de la vecina provincia almeriense, según el autor. Algunas de esas sagas están formadas por los apellidos Vivancos, Lardín, Zamora, García y Granados-Zamora.

El investigador Joaquín Ruiz, flanqueado por el edil Pedro Martínez (i) y el cronista de Mazarrón, Mariano Guillén. / AYTO

El investigador Joaquín Ruiz, flanqueado por el edil Pedro Martínez (i) y el cronista de Mazarrón, Mariano Guillén. / AYTO

Joaquín Ruiz reseña otra curiosidad: la mayoría de las familias de la población que ya estaban asentadas antes del ‘boom’ de la minería no abandonaron masivamente el municipio a principios del XX, cuando la crisis se llevó por delante este sector industrial. La investigación también señala que el lunes era el día más utilizado para casarse entre las clases más humildes. «No era como ahora; entonces se casaban por la mañana y después se marchaban a seguir trabajando», indica el historiador. Por supuesto, las fiestas más señaladas en el calendario como el Domingo de Resurrección o la Virgen de agosto eran las elegidas por la élite para contraer matrimonio.

El estudio titulado ‘Matrimonios y apellidos. Biodemografía de Mazarrón en el siglo XVIII’ ha sido publicado en colaboración con el Ayuntamiento. Solo se han editado 200 ejemplares, cuya entrega es gratuita. El libro estará a disposición en las bibliotecas municipales y también la intención del autor es que sea accesible en formato digital.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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