Fotos de los cines de Mazarrón, que aparecen en el
catálogo de la muestra. / LA VERDAD
Cierre los ojos. Retroceda en el tiempo. Vuelva a su infancia. Quizás entre los recuerdos brille aquel cine de barrio que permitió volar la imaginación cuando internet era la nada. Puede también que, avanzando un poco, recupere un retazo de aquel amor de verano surgido en alguna de las salas de proyecciones al aire libre durante los estíos adolescentes. Ahora abra los ojos para, si tiene la oportunidad, disfrutar de la exposición que la Universidad Popular de Mazarrón dedica al séptimo arte en esta localidad, donde a principios del siglo XX, y gracias al empuje de la industria minera, se inauguraron las primeras salas de proyecciones. Dos vecinos, Eusebio García Martínez y Antonio Rico Rodríguez, han hilvanado un repaso por casi cien años de
historia a través de carteles, prospectos, fotografías, tiques de entradas, máquinas de proyecciones y hasta películas rodadas
en el municipio. Un material rico en colores y anécdotas que da testimonio de un patrimonio, tanto material como intangible, del que apenas quedan vestigios. Porque de la decena de salas que llegaron a funcionar en Mazarrón, el Puerto y las pedanías, hoy día solo una (Cine Bahía) sigue abierta y no todo el año, al tratarse de una terraza de verano. El panorama resulta desalentador. El Teatro Circo aguarda la demolición desde que un incendio solo dejó en pie su fachada. Bloques de viviendas acabaron con otras instalaciones, como el Magda, el Chaplin, el Avenida o el Axial, cuando el negocio dejó de ser rentable. La ruina avanza sobre la Terraza Cinema. Y sobre el Playasol, un ejemplo de la arquitectura turística de los años setenta, también se ciernen nubarrones, pese a que aparece inventariado en un catálogo impulsado por el Ministerio de Cultura y que podría ser
reconvertido para un nuevo uso social.
Por encima de recuerdos y añoranzas, la exposición ‘Mazcine. Historia gráfica del cine en Mazarrón’ representa otra muestra más del empeño que pone un grupo de mazarroneros por salvaguarda el patrimonio de su pueblo. Antonio Rico es un apasionado de la documentación y cuenta con varias obras recopilatorias. Y a Eusebio García, maestro albañil, le
debemos la conservación de La Mazarronera, en el coto de las Pedreras Viejas, la única mina que se ha rehabilitado en todo el distrito.
Gracias a los dos por tantos deliciosos recuerdos.