A lo largo de la historia, caudillos, gobiernos y monarcas han recurrido a la arquitectura como reflejo de su poder. E Ibn Mardanis, también conocido como el Rey Lobo, que gobernó Murcia entre 1147 y 1172, no iba a ser menos. Las excavaciones que dirige el investigador Julio Navarro Palazón, de la Escuela de Estudios Árabes-CSIC, en el entorno de Monteagudo, han revelado el uso propagandístico con el que se erigió el Castillejo, como un claro mensaje de ostentación dirigido no solo a sus principales enemigos, los almohades, sino también a sus aliados, los reinos cristianos. “El núcleo palatino de la finca real o almunia estaba alrededor del gran albercón, entre la vegetación, y no había necesidad de construir otro palacio. Si se levanta el Castillejo es con la intención de que sirva como elemento de referencia, visible desde todos los puntos de la huerta, como una exhibición de poder”, indica Navarro. Algo parecido a lo que, cuatro siglos después, hizo Felipe II con la obra de El Escorial. El investigador del CSIC ofrece una conferencia (miércoles 7 de noviembre, a las 20 horas, en el edificio Moneo de Murcia) con todos los detalles que los trabajos arqueológicos, iniciados a mediados del pasado mes de agosto, han arrojado hasta ahora.
Ibn Mardanis, que convirtió Murcia en la capital de la mitad oriental de la España musulmana, estaba obligado a realizar esa muestra de fuerza dentro de una estrategia de imagen en su enfrentamiento contra su principal rival, el califato almohade, con sede en Sevilla. De hecho, cuando las huestes enemigas asedian el reino, se ceban con este conjunto palaciego, la joya del Rey Lobo. En los trabajos que se están llevando a cabo han aflorado restos de esa destrucción. Las excavaciones continúan, con la ayuda de voluntarios (recomiendo la experiencia), y prometen arrojar más datos de aquella edad de oro. El equipo de gobierno de José Ballesta quiere convertir el yacimiento de Monteagudo en un gran parque arqueológico, llamado a ser uno de los nuevos atractivos culturales de Murcia.