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Miguel Rubio

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La piedra seca, una oportunidad perdida

Construcciones en piedra seca conocidas como cucos en Jumilla. C. Herrero

Construcciones en piedra seca conocidas como cucos en Jumilla. C. Herrero

14-zacarias-3La Región regresó de la última reunión de la Unesco, celebrada en Port Louis (isla Mauricio), con el reconocimiento de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad para sus tamboradas de Mula y Moratalla. Sin embargo, el premio podía haber sido doble. Porque en la misma asamblea, el arte de la piedra seca (una candidatura presentada por España y otros siete países) también se alzó con el mismo distintivo. Ocho comunidades autónomas (Andalucía, Aragón, Asturias, Islas Baleares, Cataluña, Extremadura, Galicia y Valencia) se sumaron a la iniciativa y, por tanto, ahora pueden presumir de contar con ese distintivo internacional para un tipo de arquitectura rural que también está muy presente en la geografía regional. De hecho, Murcia se mostró interesada en entrar en esa candidatura y realizó algunas gestiones. Incluso el Ministerio de Cultura llegó a constatar que la Región contaba con elementos suficientes para optar al reconocimiento conjunto. Sin embargo, al final, no se hicieron los deberes, sin que se conozca una explicación oficial de ese paso atrás.

Esta oportunidad perdida ha causado indignación entre expertos y asociaciones dedicadas a la difusión del patrimonio. Y parece que en el seno de la Dirección General de Bienes Culturales, que dirige Juan Antonio Lorca, también existe malestar. Algunas voces ya están planteando que la Consejería de Cultura debe retomar los trámites a fin de conseguir la adhesión a la candidatura, aunque sea a toro pasado, si bien no hay certeza de que esto sea posible.

El arte de la piedra seca hace referencia a una serie de estructuras levantadas en zonas rurales a partir de una selección de piedras que se colocan unas sobre otras hasta formar la construcción deseada sin utilizar otro material para su unión. La comarca del Altiplano conserva los elementos más singulares en este tipo de arquitectura: los conocidos como cucos, unos refugios que funcionan como pequeños albergues en mitad del campo para uso de los agricultores, aunque otros se emplean como pajares y gallineros. Según un estudio realizado por Cayetano Herrero, director del Museo Etnográfico de Jumilla, en el término municipal jumillano se mantienen en pie veinte de estas construcciones, de los siglos XVIII y XIX,  pero también existen otros ejemplos similares en Yecla y Abanilla. Este mismo arte constructivo también se puede admirar en una presas contra las escorrentías en El Carche (Jumilla) y en terrazas para cultivos de secano en Sierra Espuña, que además sirven de freno a la erosión.

El desaguisado en esta candidatura frustrada seguro que tiene algún responsable. Pero quizás no sea ahora el momento de buscar culpables, sino de remar todos juntos por si el entuerto aún tiene solución, a fin de que la Región puede sumar un nuevo atractivo a su lista de Patrimonio de la Humanidad.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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