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Miguel Rubio

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Un paseo con Floridablanca

¿Quién ha hecho más por Murcia? Todavía hoy, doscientos años después de su muerte, la huella de José Moñino Redondo (1727-1808) es visible en su tierra natal. Con motivo de la exposición ‘Floridablanca, la sombra del Rey’ (palacio Almudí y sala Verónicas, del 29 de enero al 28 de abril), la propuesta que traigo consiste en un paseo por la capital murciana, de la mano de Loreto López, restauradora y flamante académica de la Real de Alfonso X el Sabio, para acercarse a la obra y a la vida del estadista y político, que nació en el seno de una humilde familia y murió noble. La primera parada no puede ser otra que el jardín que lleva su nombre. Allí, sobre un pedestal, se alza la escultura que recuerda al conde de Floridablanca (obra de Santiago Baglietto), eso sí, a la espera de recuperar su mano derecha (que se desprendió y que custodia el Ayuntamiento), con una restauración que pronto debe materializarse. Este parque, el primer jardín público inaugurado en España en tiempos de la Ilustración, actúa como verdadero pulmón verde del barrio del Carmen (y entonces partida de San Benito), con un diseño urbano que lleva el sello de José Moñino. “También el encauzamiento del río Segura se lo debemos a él; lo mismo que el canal del Reguerón contra las inundaciones”, recuerda Loreto López. Promovió la construcción de los molinos del río –hoy un centro cultural municipal- dentro de un conjunto de actuaciones para el desarrollo de la actividad económica.

Así, el conde de Floridablanca, firme defensor de la Corona frente al poder de la Iglesia, ideó una batería de proyectos que contribuyeron a la modernización del país. Pero no solo promovió un sinfín de obras públicas; además puso su grano de arena en el desarrollo de las artes. Apoyó, indica la restauradora y académica, la Real Sociedad Económica de Amigos del País, de la que llegó a formar parte Francisco Salzillo, que jugó durante años un papel destacado “en el florecimiento de la cultura”. En Murcia, la calle Sociedad lleva ese nombra como recuerdo de la labor de dicha institución.

Escultura de Floridablanca, en el jardín que lleva su nombre. / V. VICENS

Escultura de Floridablanca, en el jardín que lleva su nombre. / V. VICENS

Floridablanca, que pronto salió de Murcia para formarse como jurista en Orihuela y Salamanca, nunca olvidó sus raíces. Cuando hizo fortuna, levantó un palacio, reconvertido en el Hotel Arco de San Juan, donde parece que residió poco tiempo debido a sus obligaciones como mandatario. Y sus restos no descansan muy lejos, en la vecina iglesia de San Juan Bautista. Era la parroquia a la que su familia acudía a escuchar misa, y quiso reposar para siempre allí. No obstante, su último deseo, que dejó escrito en el testamento, tardó 123 años en cumplirse. La muerte le sorprendió en Sevilla y recibió sepultura en la catedral de la capital andaluza. En septiembre de 1931, y tras múltiples y farragosas gestiones, sus restos quedaron depositados en la capilla del Santísimo del citado templo, donde una placa lo recuerda.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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