El acceso al nuevo museo de Mazarrón desconcierta al visitante. Simula la entrada a una galería minera, oscura, fría e insegura, y el efecto está logrado con ingenio. El resultado es una prueba más del buen hacer de Antonio Paredes, impulsor de estas instalaciones culturales que abrirán sus puertas el próximo verano. Pone en situación al público, preparándolo para lo que le espera en el interior. Y dentro se hallan las raíces del pueblo, con nombres y apellidos. Porque el protagonismo se lo llevan aquellos bravos hombres que arriesgaron la vida para llevar un trozo de pan a sus familias. El Museo Antonio Paredes (en la avenida Constitución, 193) es una oferta muy personal, fruto de años de investigación de este protector de la cultura popular y las tradiciones mazarroneras. Ha recuperado herramientas, lámparas de carburo, objetos personales, fotografías y documentos que recuerdan una página de la historia del pueblo escrita con sangre, sudor y penas. “Había que ser muy pobre y muy valiente para bajar a la mina, porque las condiciones laborales eran penosas”, declaró Paredes en una entrevista en ‘La Verdad’. El museo es una gran caja de sorpresas, una máquina del tiempo en la que retroceder un siglo para hacerse una idea de que en aquella época sobrevivir un día más, ver de nuevo el sol otra mañana, representaba casi un milagro. Antonio Paredes no quiere que esa página del pasado se borre para siempre. Y en su personal museo, donde todo lo ha montado él con sus propias manos, ha habilitado el ‘rincón de la tertulia’, un espacio reservado para organizar charlas en las que recordar a los personajes más entrañables y populares del pueblo, como el fotógrafo Juan Silencio. Porque no solo peligra por el abandono ese paisaje de canteras de mil colores, castilletes y chimeneas de los cotos, sino también un patrimonio inmaterial tan intangible como delicado, porque solo se conserva en la mente de unos pocos. Antonio Paredes guarda una ‘traca’ para el estreno de su museo, una pieza esperada y oculta a la vista de casi todos durante años. Le insisto en que me desvele el secreto, pero él guarda silencio, humilde y reservado como siempre. Toca esperar, pero la cuenta atrás para la inauguración ya ha comenzado.