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Miguel Rubio

Microhistoria(s)

Las primeras fotos de Casildea y Luscinda

El fotógrafo murciano Juan Antonio Cerón (1973) se ha atrevido a poner rostro a algunos de los personajes secundarios de El Quijote en su último proyecto creativo, ‘Anaqronías’, que estos días se expone en Palermo (Italia) de la mano del Instituto Cervantes. Las once imágenes de la muestra, cargadas de fuerza y barroquismo, ofrecen una nueva mirada sobre la gran novela de Miguel de Cervantes, que por encima de todo, dice, es «un tratado de ironía y buen humor».
–¿Cómo surgió Anaqronías?
–Anaqronías, escrito con ‘q’ de Quijote, surgió espontáneamente hace un par de años releyendo capítulos sueltos de la novela, donde inmediatamente me di cuenta de la cantidad de personajes que contiene y de los que no se tiene constancia documental en dibujos, en pinturas ni en grabados. Personajes que llevan encerrados en la novela más importante de todos los tiempos durante más de 400 años y que tienen una gran carga simbólica, una gran fuerza fotográfica, deseando emerger de la novela y ser mostrados al público por primera vez.
–¿Qué sensaciones está recibiendo del público que ya ha contemplado la muestra?
–La muestra se presentó en el último Festival de Teatro de Molina de Segura. De ahí pasó a formar parte del programa de actividades de PhotoAlicante, uno de los festivales de fotografía contemporánea más importantes del Mediterráneo. Y de ahí ha viajado hasta el Instituto Cervantes de Palermo, en Sicilia, donde permanecerá en una preciosa e histórica iglesia desacralizada del siglo XVII hasta el próximo mes de septiembre. Todo esto en tan solo doce meses. Por tanto, la muestra está teniendo una enorme aceptación de público y crítica, así como una gran repercusión mediática.
–Esta colección se aleja de su primer proyecto fotográfico, ‘Donde habita el olvido’, centrado en construcciones abandonadas. Ahora, en su nuevo trabajo, los protagonistas son personajes de carne y hueso. ¿Le ha resultado más complicado trabajar con modelos?
–‘Donde habita el olvido’ era un proyecto hecho en Murcia, por un fotógrafo murciano, basado en arquitectura tradicional murciana, por tanto realizado por y para Murcia, con una técnica diferente en la que los objetos de disparo eran inanimados, la luz solar, los espacios al aire libre… En ‘Anaqronías’ intervienen modelos, trabajo de estudio, vestuario, luz dirigida, en un formato preparado para mostrarse dentro y fuera de Murcia. Esto supuso un reto enorme, un partir de cero. Pero en el punto concreto de trabajar con modelos no tuve mucha dificultad ya que la mayoría de ellas provenían de la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia o eran modelos con más o menos experiencia.
–Su primer proyecto fue más documental e histórico. Este segundo se mueve en la fotografía conceptual. ¿Dónde se siente más cómodo como artista?
–La fotografía es mi medio de expresión, me sirve para el cometido que pretendo, que no es otro que valerme de la cámara fotográfica como instrumento de comunicación visual y creación artística. Ambos proyectos supusieron en su día dos retos bajo planteamientos muy diferentes, de los que estoy muy satisfecho, y realizados con libertad absoluta.
–En su obra asume el reto de poner rostro a personajes secundarios de El Quijote de los que, en muchos casos, no existen imágenes, como Casildea de Vandalia, Luscinda, Antonia Quijana… ¿Cuál fue su principal fuente de inspiración para actualizar a estos actores?
–Ahí es donde radica la particularidad de este trabajo: personajes de la novela alejados de los estereotipos conocidos por todos (don Quijote, Sancho, Dulcinea…), y centrados en aquellos otros desconocidos para el gran público pero con mucha fuerza, con mucha magia, y todos dotados de una anacronía, es decir, de un elemento relacionado siempre con el rol del personaje en la novela, que nos traslade de esa imagen pictórica inicialmente pretendida a una fotografía actual, contemporánea, jugando así con la anacronía como error estético necesario e intencionado.
–Las imágenes destilan un recargado barroquismo, que consigue gracias a la luz y a las indumentarias, y que recuerda a artistas de la época. ¿Cuánto tiempo lleva preparar esa instantánea antes de pulsar el clic?
–La composición de las imágenes se ha realizado respetando en todo momento los esquemas de iluminación con que pintaban los más insignes maestros barrocos del XVII. También la estética del posado y el vestuario era, como corresponde a su época, ciertamente barrocos en el sentido actual del término. En esto no he estado solo yo sino que he tenido ayuda de la estilista Verónica Martínez y del experto en sociología de la indumentaria Paco Beltrán. Aunque previa al disparo fotográfico, estuvo la fase de documentación del proyecto, localizando los personajes en el contexto de la novela para ser abordados estilísticamente a través del vestuario, el maquillaje, la peluquería y el resto de detalles, además de su correspondiente anacronía. Entre ambas cosas estuve algo más de dos años.
–¿Contribuirá su obra a que los lectores vuelvan de nuevo su mirada hacía El Quijote?

El fotógrafo Juan Cerón. E. botella

El fotógrafo Juan Cerón. E. BOTELLA

–Espero que sí. Confío en que las once fotografías de la muestra supongan un soplo de aire fresco, al inspirarse en personajes nunca vistos, abordados bajo una técnica fotográfica y un fundamento científico en el tratamiento de la novela, pero también mezclando el juego de la anacronía donde interviene el sentido del humor y otros aspectos que nos alejan de este formalismo y rigor que parece que siempre conlleva El Quijote y que no es del todo así, ya que la novela es, ante todo, un tratado sobre ironía y sentido del humor.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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