Dos citas aparecen marcadas en rojo en el calendario arqueológico de 2020: el estreno del museo del Foro Romano de Cartagena y el esperado inicio de las obras en el Castillo de Monteagudo. El arrabal andalusí de San Esteban también confía en tener su cuota de protagonismo, mientras que el barco fenicio de Mazarrón podría ver despejado el camino hacia su recuperación en los próximos meses. El despoblado islámico de Siyâsa (Cieza), la judería de Lorca, La Bastida (Totana) y La Almoloya (Pliego) también serán noticia gracias a otras iniciativas para su conservación y puesta en valor.
El Foro Romano de Cartagena está llamado a acaparar los focos la próxima primavera, cuando se espera la inauguración del museo en los bajos del centro de salud del casco antiguo, según indica a LA VERDAD Andrés Cánovas, del estudio de arquitectura encargado de las obras. Completará la puesta en valor de una zona de gran riqueza arqueológica, para convertirse en un nuevo reclamo turístico. Los trabajos afrontan la recta final y ahora se debe empezar con el montaje de la exposición. Unas 300 piezas ayudarán al visitante a comprender la evolución de este emplazamiento, desde su fundación en el siglo I hasta la época contemporánea. Las joyas de la muestra serán las pinturas del dios Apolo y de las musas Caliope y Terpsicore. Cánovas confirma, además, el avance de las excavaciones en el anfiteatro de la plaza de toros.
Para el verano podría estar ya en marcha la primera fase de las obras del Castillo de Monteagudo. Con un presupuesto de 1,1 millones de euros, financiados por el Ministerio de Cultura, los trabajos se centrarán en la consolidación de los elementos que presentan un mayor peligro de derrumbe en la ladera sur, la que mira a la ciudad. Los accesos también se incluyen en esa fase, que lleva aparejada una investigación arqueológica. El arquitecto Francisco Sánchez Medrano, del estudio A3A, coordinador del proyecto, no espera que las excavaciones, que alcanzarán hasta los dos metros de profundidad, arrojen novedades sobre un yacimiento «que ya está bastante estudiado». Para las dependencias palaciegas asociadas al vecino Castillejo, descubiertas el pasado otoño por el investigador del CSIC Julio Navarro, de momento no hay confirmada financiación.
Pendiente de un convenio de colaboración entre la Universidad de Murcia (UMU) y el Ayuntamiento, que asegure los fondos económicos necesarios, se encuentra el arrabal andalusí de San Esteban. Aunque apenas se ha excavado un 10%, los primeros resultados ya han puesto de relieve el potencial del yacimiento. El profesor Jorge Eiroa, responsable de los trabajos, confía en que llegue el dinero para seguir adelante con la recuperación de esta trama urbana, donde ya han salido a la luz construcciones residenciales de porte. «Estamos ante una nueva urbanización, muy planificada, de principios del siglo XII y que se levanta sobre suelo agrícola, lo que evidencia el crecimiento de la ciudad», explica el investigador.
La principal incógnita arqueológica de la Región que aguarda respuesta en 2020 reposa en el fondo de la mazarronera playa de La Isla. Los próximos meses serán claves para despejar el futuro que le espera al barco fenicio, del siglo VII antes de Cristo, después de que el pasado verano se aparcara el rescate que propuso la comisión de seguimiento. Ahora, el consejero de Presidencia, Javier Celdrán, anuncia la creación de un grupo de expertos de la Comunidad y el Ministerio encargado de elaborar «un plan integral de extracción, tratamiento y puesta en valor» de la embarcación. En previsión, el Ayuntamiento de Mazarrón ya ha reservado una partida de 150.000 euros para la redacción del proyecto del museo, en la falda del Cabezo del Faro. La pieza estrella de la exposición será la nave, que iba cargada con dos toneladas de litargirio.
La actualidad pasará el próximo año por otros yacimientos de la Región, pendientes aún de mostrar algunos de sus secretos. Las investigaciones en marcha en La Bastida (Totana) y La Almoloya (Pliego) ayudarán a conocer un poco más acerca de los habitantes de esos dos poblados de la Edad del Bronce. El análisis del ADN extraído de las tumbas, comparado con muestras de otros yacimientos anteriores, permitirá reconstruir la relación de parentesco de estos antepasados, «unos vínculos que rigieron la estructura de aquellas sociedades», sostiene Rafael Micó, uno de los científicos del proyecto. Con la colaboración de la sociedad Max Planck, con sede en Múnich (Alemania), las pruebas también arrojarán luz sobre las grandes genealogías, esto es, «de qué manera los flujos de población pudieron cristalizar» en los dos asentamientos, que permanecieron ocupados entre los años 2200 y 1550 antes de nuestra era. La Bastida y La Almoloya, además, recibirán la visita de los arqueólogos para seguir adelante con trabajos de consolidación y para la mejora de la accesibilidad.
Los expertos también regresarán a la judería del castillo de Lorca, después de casi una década sin movimiento. Una subvención de 30.000 euros de la Comunidad Autónoma contribuirá a seguir con la puesta en valor del conjunto, a los pies de la sinagoga, para facilitar las visitas. Y en el despoblado de Siyâsa (Cieza), del siglo XI, está previsto que continúen las obras para proteger con una cubierta los restos del conjunto de viviendas estudiadas.
Para finales de 2020 está previsto que concluyan las obras del futuro Museo Paleontológico y de la Evolución Humana (junto al Cabezo Gordo) de Torre Pacheco, y será necesario un Plan de Gestión del equipamiento previo a la finalización.