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Miguel Rubio

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Un Sherlock Holmes en la Catedral

Ha pasado tanto tiempo recorriendo la Catedral de Murcia para sus investigaciones que en una ocasión, debido a un accidente sin mayores consecuencias, se quedó encerrado. Sus llamadas de auxilio al sacristán le sacaron del aprieto. La anécdota la cuenta el propio Alfredo Vera Botí, probablemente una de las personas que más sabe sobre el primer templo de la Diócesis y que ahora pone la mirada en una de sus capillas más famosas, la de Junterón, para rellenar varias lagunas sobre esta joya renacentista y, de paso, cuestionar algunos datos que se daban por ciertos. En su libro ‘Capilla de Junterón. Abecedario para una nueva lectura’, recientemente publicado, este arquitecto, que hace tres décadas redactó el Plan Director de la Catedral, vuelca sus vastos conocimientos en distintas disciplinas y la documentación recopilada en sus viajes por Italia. Con la destreza de atar cabos de un Sherlock Holmes y la precisión del bisturí de un cirujano, a lo largo de casi 700 páginas el autor disecciona de arriba a abajo el mausoleo para analizar todos los detalles, desde los materiales a las técnicas constructivas y la rica iconografía de la decoración.

Quizás uno de sus descubrimientos más llamativos se refiere al relieve de la ‘Adoración de los pastores’, que preside el altar. Vera Botí descarta que sea obra de Jerónimo Quijano, como algunos textos le atribuyen. Por contra, mantiene que la pieza de mármol «fue el resultado de un ajuste y reutilización de lo que se suele llamar material de expolio». El ‘reciclaje’ de piezas en este mausoleo renacentista, cuyas obras se iniciaron en 1525 y siguieron después de la muerte de su promotor en 1552, ya era conocido. Gil Rodríguez de Junterón, arcediano de Lorca y hombre de confianza del pontífice Julio II, el ‘Papa Guerrero’ y mecenas de Miguel Ángel y Rafael, mandó traer a Murcia un sarcófago romano, del siglo III de nuestra era, en el que descansar para siempre. Sin embargo, el origen del retablo de su capilla aún guarda incógnitas. El investigador pudo confirmar que, aunque se trata de mármol de Carrara, la calidad de la piedra no es la misma en las dos piezas que conforman esa obra de arte. Otro tanto ocurre con la composición de las escenas representadas en la tabla, de estilos diferentes. El experto señala que detrás de este bajorrelieve estaría «algún artista florentino o muy vinculado a la escultura toscana de finales del siglo XV, con conexiones romanas de comienzos del XVI». Y afina más al apuntar a «alguno de los muchos escultores salidos del taller de Mino de Fiésole».

Altar de la capilla de Junterón, con el relieve 'Adoración de los pastores'. EDU BOTELLA / AGM

Altar de la capilla de Junterón, con el relieve ‘Adoración de los pastores’. EDU BOTELLA / AGM

Su completo análisis también alcanza a la fachada del monumento, en la plaza de los Apóstoles, donde se conserva la inscripción en latín  ‘DE JUNTERON ES’, por la que popularmente se conoce a este espacio como capilla de Junterones. Concluye que Jacobo Florentín, discípulo de Miguel Ángel y maestro de obras de la Catedral antes que Quijano, con quien el arcediano de Lorca coincidió en Roma, importó el orden dórico, ‘redescubierto’ por Bramante, «para la vertebración exterior». En el remate de la fachada, este sí de Jerónimo Quijano, Vera Botí también apunta otras pinceladas aclaratorias, como la representación de Carlos V “como rey y como emperador”, con dos bustos colocados a los lados de la imagen del Papa, «que no es Julio II, como tradicionalmente se afirma, sino Clemente VII, que fue el que coronó» al nieto de los Reyes Católicos. Y tres curiosidades para quien se anime a redescubrir la capilla: el posible retrato de Junterón, de frente y de perfil, en la bóveda, junto al óculo; la delicada vestimenta de la Virgen (con su botonadura) y de San José, ataviado como un «prócer romano», y «el templo semiborrado de la parte superior del relieve, labrado a partir de la contemplación directa del único templo jónico completo que había en Roma en el primer decenio del siglo XVI», señala el autor. Tras la lectura de esta obra, toca reescribir la historia de la capilla de Junterón, justo cuando se encamina hacia su quinto centenario.

[Título: ‘La capilla de Gil Rodríguez de Junterón. Alfabeto con antecedentes para una nueva lectura con el ensayo de construcción de un sistema analítico’. Autor: Alfredo Vera Botí. Editado por la Real Academia Alfonso X el Sabio. A la venta en Diego Marín, Murcia. Precio: 40 euros]

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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