Dos investigaciones, que acaban de publicarse, sobre la excavación arqueológica que desenterró el tesoro de la calle Jabonerías (424 monedas de oro de época islámica, halladas en 2012), aportan más luz acerca de cómo era la Murcia del siglo XI; aunque dejan, también, algunos interrogantes. Según la profesora de la Universidad de Alicante (UA) Carolina Doménech Belda, experta en numismática musulmana, el conjunto monetario, “de gran interés”, al que ha dedicado varios meses de trabajo, vendría a apuntalar la hipótesis de que la urbe vivía un momento de auge con un floreciente comercio. Esa actividad mercantil explicaría el ‘viaje’ a Murcia de este tesoro, compuesto en un 65% por piezas acuñadas en cecas del norte de África y Sicilia a nombre de los califas fatimíes. Por su parte, el arqueólogo Mario García Ruiz, que dirigió la excavación de la vivienda taifa donde aparecieron las monedas, dentro de una orza, concluye que “un comerciante relativamente adinerado” mandó construir la casa, donde se diferencian claramente unas dependencias, más decoradas, para recibir a clientes y huéspedes, y otras, más sencillas, para uso privado.
Ambos estudios aparecen publicados en el último número de la revista ‘Tudmir’, que edita el museo Santa Clara de Murcia. Sin embargo, en el aire siguen flotando algunos misterios. Por ejemplo, ¿por qué este rico comerciante ocultó esa fortuna, que después no recuperó? Doménech Belda no llega a una conclusión clara. Pero duda de que el motivo fuera un peligro inminente o el clima de inestabilidad del momento, como se ha apuntado en varias ocasiones. La profesora de Arqueología de la UA argumenta que en esas situaciones, cuando “el fenómeno de ocultación de numerario se acentúa considerablemente, las casas en al-Andalus no parecen ser lugares muy utilizados para esconder monedas, ya que la mayor parte de los conjuntos andalusíes relacionados con hechos bélicos han sido localizados fuera de las viviendas”. Y otro interrogante: ¿quién era ese rico comerciante? Mario García señala que, pese a localizarse una estrella de seis puntas como motivo decorativo de los enlucidos del patio, esta figura es utilizada “tanto por los judíos como por los musulmanes, por lo que su mera aparición no es indicativa, en absoluto, de su vinculación al mundo hebreo”.