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Miguel Rubio

Microhistoria(s)

La herencia del marqués

Seis municipios de la Región de Murcia (Albudeite, Alhama, Librilla, Mazarrón, Molina y Mula) y diez de la provincia de Almería (Albanchez, Albox, Cantoria, Chirivel, Cuevas de Almanzora, María, Oria, Taberno, Vélez Blanco y Vélez Rubio) se han unido para remarcar una página importante de su historia común. En el imponente castillo de Vélez Blanco, representantes de estas dieciséis poblaciones ‘hermanas’ han rubricado la constitución de la Asociación de Municipios del Antiguo Marquesado de los Vélez, con la vista puesta en la promoción del patrimonio ‘heredado’ de estos nobles. Ahora, el acuerdo será refrendado en otro acto solemne, esta vez en la Región, que tendrá como marco el convento de San Francisco de Mula. En unos días la asociación echará a andar formalmente con su primera reunión de trabajo (a celebrar en Cantoria) y la creación de tres comisiones: una institucional para buscar fondos económicos; otra dedicada a la elaboración de programas y actividades, y la tercera encargada de promover el legado histórico y cultural del marquesado de los Vélez, de cara a convertirlo en un reclamo turístico. La archivera de Mazarron, Magdalena Campillo, adelanta que la primera propuesta que pondrá sobre la mesa será retomar la digitalización de los documentos que forman el archivo de esta noble familia. Por desgracia, la tarea se ha quedado a medias debido a la difícil situación económica por la que atraviesan algunos ayuntamientos, cuyas arcas deben sufragar ese proyecto para la conservación de un patrimonio documental de primer orden .
La familia Fajardo, que obtuvo el título en 1507 de la mano de Juana I, levantó un pequeño imperio, extendiendo su poder por buena parte del sureste. El marquesado, que se inició con Pedro Fajardo Chacón, se extinguió en 1837. Antes llegó a controlar veintiún concejos, con una extensión de 3.700 kilómetros cuadrados. En la Región, un ramillete de sus principales monumentos se deben a este linaje. El más conocido, su capilla de la Catedral, con una fabulosa bóveda estrellada. También, los castillos de Mula y Mazarrón, además de otro patrimonio no tan relevante, como posadas, almacenes, molinos y redes de agua.

Castillo de los Vélez de Mazarrón; detrás, uno de los cerros mineros. / G. CARRIÓN

Los marqueses amasaron fortuna gracias a los recursos naturales de estas comarcas. En Mazarrón, por ejemplo, explotaron (de la mano de los marqueses de Villena) el alumbre, un mineral imprescindible para el fijado de los tintes en la industrial textil a finales de la Edad Media. Con el tiempo, esta población (que nunca estuvo bajo el dominio del señorío de los Vélez sino del rey) logró el título de villa (y por tanto su independencia de Lorca) gracias a su riqueza mineral y, por supuesto, con el visto bueno de los marqueses. Estos erigieron una iglesia, dedicada a san Antonio de Padua, para no ser menos que el linaje de los Pacheco, que ya tenía la de san Andrés. Y también construyeron una fortaleza desde la que controlar y proteger sus negocios. Todavía hoy con su porte domina el pueblo.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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