Cuando a principios del siglo XIX quisieron recuperar la industria del alumbre en Mazarrón, se toparon con una dificultad con la que no contaban: nadie en el pueblo recordaba ya con exactitud el proceso de fabricación. Quien me cuenta esta anécdota es el mazarronero Antonio Paredes Navarro. Y lo sabe de buena tinta porque ha dedicado muchos meses a investigar sobre dicha actividad industrial, que en el siglo XVI fue el origen de este pueblo, desde cuyos cerros mineros se ve el azul del Mediterráneo. Paredes, un enamora de su tierra, se propuso recuperar los oficios antiguos de Mazarrón, y empezó, como no podía ser de otra forma, por el arte del alumbre. La tarea no resultó fácil, y no por ello se desanimó. “Los libros te explican una cosa, pero la práctica es otra”, recuerda. Antonio buscó las antiguas canteras, recogió la mejor piedra de alumbre, construyó un horno para calcinar el mineral, preparó una gran caldera de cobre y, tras varios fracasos, dio con la tecla y obtuvo el preciado cristal. Bravo por su constancia y paciencia.
Su experimento arqueológico está documentada y se incluye en el catálogo de la exposición ‘Matri Terrae’. Una muestra, todavía abierta al público en la doble sede de la Universidad Popular, que es fruto del trabajo de investigación emprendido por este vecino, amante de recuperar sus raíces. Además, toda la información recopilada le permitió a Antonio Paredes construir una maqueta de la antigua fábrica de alumbres. Y ya puestos, también recreó a escala el castillo de los Vélez, una de las nobles familias que llegaron a este rincón del Reino de Murcia atraídas por la posibilidad de amasar riqueza con el alumbre.