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Miguel Rubio

Microhistoria(s)

Moderno a los 90

A punto de cumplir 91 años, Enrique Sancho Ruano recibe el reconocimiento de sus compañeros de oficio. En la última edición de los Premios Regionales de Arquitectura, el proyectista (Palma de Mallorca, 1923) recogió un galardón especial por su trayectoria profesional. Sancho Ruano destaca como un referente de la arquitectura moderna en la Región. Prueba de ello es que una de sus obras, la sede de la Consejería de Sanidad, figura en el selecto catálogo de la Fundación Docomomo, una entidad que vela por la conservación y la difusión de la arquitectura del siglo XX. El inmueble, enclavado en la murciana Ronda de Levante, data del año 1965 y “es el primer gran edificio público construido en la ciudad de Murcia que apuesta por un lenguaje decididamente moderno”, según queda recogido en la ficha de la citada base de datos. Como funcionario de la antigua Diputación Provincial (y después de la Comunidad Autónoma), en la carrera de Sancho Ruano ocupan un lugar protagonista los encargos de la Administración. Ahí están, por ejemplo, el centro psiquiátrico de El Palmar y las oficinas del Cebas, ambos iniciados en 1958, además de la citada sede de Sanidad. Varias iglesias de la Región también llevan su firma, como la de Barranda (Caravaca de la Cruz), San Pío X y Santa María de Gracia (ambas en Murcia) y la de San Pedro Apóstol de Alcantarilla.

Iglesia de la residencia de Espinardo (Sancho Ruano, 1965). / Mª Ángeles Muñoz Cosme

No todas sus construcciones han llegado hasta nosotros. Cuando en la mente de todo arquitecto resulta difícil de concebir la idea de que su obra desaparezca antes que el propio creador, Sancho Ruano ha tenido que ver cómo la pala acababa con varios de sus edificios, como el Club Remo de Murcia (1960) o la iglesia de Cabo de Palos (1965). Otro de sus proyectos pioneros también corre peligro ahora. Se trata del complejo residencial de Espinardo, junto al parque científico de Murcia, en el campus universitario. En su época (data de 1970) se situó como modelo a seguir de la edificación asistencial, con unas soluciones arquitectónicas propias del movimiento racionalista. Las crónicas hablan de una inversión de 200 millones de pesetas. Fruto del desarrollismo de los últimos años del franquismo, el régimen parece que no ahorró en gastos con el proyecto. Incluso recurrió a artistas del momento para ‘engrandecer’ aún más la obra. En la actualidad, varios de sus edificios están en desuso y abandonados. Entre ellos, la iglesia, con esculturas de Francisco Toledo y Juan González Moreno, y el teatro. La Comunidad Autónoma, propietaria del recinto residencial, quiere deshacerse de estos inmuebles, aunque de momento no ha encontrado comprador. Mientras,Cultura medita si protege el conjunto como bien catalogado. Habrá que esperar, pues, para ver cuál es el final de esta historia.

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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