Ahora que la NASA quiere cultivar nabos y albahaca en la Luna, me viene a la mente el nombre de Emilio Pérez Piñero. El arquitecto calasparreño, premio Auguste Perret, el ‘Nobel’ de esta profesión, fue fichado, en los años sesenta del pasado siglo, por la agencia aeroespacial de Estados Unidos para que diseñara unos invernaderos que iban a ser montados en el satélite de la Tierra con el fin de realizar experimentos botánicos. Como recuerda María del Carmen Pérez Almagro, investigadora de la Fundación Pérez Piñero, el arquitecto recibió por carta, a través de su amigo el proyectista Félix Candela, el encargo y un plano de la Luna, y se puso manos a la obra. Realizó la maqueta y las pruebas de resistencia, pero entonces la NASA le comunicó que “tenía dificultades económicas para llevar a cabo este proyecto, y no se ejecutó finalmente”.
Pérez Piñero fue un adelantado a su tiempo. Pero su prometedora carrera se vio truncada por su prematura muerte. Falleció el 8 de julio de 1972, a los 37 años de edad, en un accidente de tráfico en Castellón cuando regresaba de una de sus visitas a Salvador Dalí. El arquitecto y el extravagante artista fueron muy amigos. El pintor de los relojes blandos le encargó la cúpula de su teatro museo de Figueres y ambos soñaron con un proyecto urbanístico en la costa de Cadaqués.
La carrera del arquitecto calasparreño despegó cuando todavía no había terminado sus estudios. En 1961, con 26 años, ganó el VI Congreso Internacional de la Unión de Arquitectos, celebrado en Londres, por un diseño de un teatro ambulante. Pérez Piñero, que junto a Isaac Peral y Juan de la Cierva forman el trío de inventores más destacados que ha dado la Región, se hizo famoso por sus estructuras ligeras, transportables y fáciles de montar empleadas para cubrir grandes espacios. Entre sus obras, destacan la carpa para albergar la exposición ‘España 64. XXV Años de Paz’; el teatro transportable para acoger los festivales de España y la cúpula para Cinerama.
Su arquitectura móvil y que no requiere de grandes inversiones mantiene su vigencia en estos momentos de crisis cuando se tiende a unos proyectos más respetuosos y sostenibles. Recientemente, la obra de Pérez Piñero protagonizó un encuentro internacional de expertos en Sevilla. Y hoy, martes, su hijo, Emilio Pérez Belda participa en un coloquio internacional, en México, sobre construcción de cubiertas arquitectónicas, con una conferencia en la que abordará las estructuras realizadas para la NASA y para la Armada estadounidense (Navy). Si le interesa la obra de este genio, puede visitar Calasparra, donde está la fundación que lleva su nombre. Aquí dejo algunas claves para aprovechar mejor la excursión. Buen viaje.