A la vuelta de las vacaciones de verano, si se mantienen los planes previstos, las oficinas principales de la sede de la Delegación de Hacienda en la Gran Vía murciana se trasladarán a un moderno edificio en el ensanche norte. Algunos servicios se mantendrán en ese contundente inmueble de la principal arteria de la capital, por lo que de momento parece que la intención del Ministerio no es deshacerse de la propiedad. El bloque de uso administrativo, que data de la segunda mitad de siglo XX, cuenta en el plan urbano con un grado de protección menor, que afecta principalmente a su portada. La ficha donde aparece dice que la catalogación “de este inmueble no tiene por objetivo evitar una futura sustitución, sino preservar su imagen en caso de actuaciones de rehabilitación”. ¿Es una puerta abierta a un cambio de calado en la fachada urbana de este lugar privilegiado de la ciudad? ¿Puede sustituirse el actual edificio por otro de nueva planta y distinto uso? La posibilidad presenta, no obstante, complicaciones añadidas, ya que sobre la construcción pesan otras dos limitaciones (eso sí, no insalvables): se trata de un bien público y la parcela está clasificada para equipamientos; así que cualquier cambio requiere de farragosos trámites y de un acuerdo del Pleno municipal.
La sede de Hacienda es el hermano menor de otros edificios oficiales levantados en Murcia entre principios de los años 30 y mediados de los 60. De estilo historicista, con un diseño clásico, en su portada destaca el uso de frontones y ménsulas para resaltar la planta noble, así como la galería superior con columnas pareadas. De su autor, la ficha municipal nada dice. No muy lejos, frente a la plaza de Santa Isabel, se alza la sucursal del Banco de España (1936-1960). Goza de una mayor protección, ya que la normativa obliga a su rehabilitación “manteniendo la estructura general”. En estilo neoclásico, de solemne entrada para dignificar a la entidad que representa, fue una de las sucursales de provincias que el arquitecto José Yarnoz Larrosa proyectó para el banco estatal, con la colaboración de Luis Menéndez-Pidal. El trío de organismos oficiales lo completa el ecléctico edificio de Correos, de 1930, que recientemente ha cambiado de uso para acoger un mercado gastronómico. Su autor fue Pedro Muguruza, muy recordado estos días debido a su contribución en la construcción del Valle de los Caídos para acoger la tumba de Francisco Franco.