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Miguel Rubio

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Moneo, de colores

Supongo que si el Ayuntamiento de Murcia ha querido ensalzar el edificio Moneo con una iluminación especial de colores (que no a todos convence), quizás sea porque hasta ahora no se le ha dado la relevancia que merecía el inmueble consistorial, pese a que lleva el sello del arquitecto español vivo más premiado. La iniciativa municipal coincide con la exposición retrospectiva sobre la obra de Rafael Moneo que acoge la Fundación Barrrié de La Coruña, y en la que no podía faltar la ampliación del Ayuntamiento capitalino (1998) en la plaza del Cardenal Belluga, encargada en la recta final del mandato del alcalde socialista José Méndez.

Recreación de la fachada del edificio Moneo con la nueva iluminación.

Siempre que visito el vanguardista edificio me marcho con la misma sensación desapacible: la nueva sede consistorial padece cierto abandono. Marcas de goteras en algunas paredes, estancias vacías, pasillos a oscuras, alfombras raídas… Como si el inmueble civil no hubiera encontrado su sitio en la geografía urbana.
Ese olvido está presente en otras construcciones modernas de la Región. Un grupo de expertos ha acuñado el término ‘patrimonio ausente’ para referirse a unas obras de la arquitectura del siglo XX que podrían desaparecer ya que, pese a su relevancia, no gozan de protección alguna. Advierten de que «la gran mayoría han soportado mutilaciones, desafortunados añadidos o reformas sin criterio que impiden su lectura y comprensión».
La pregunta que se hacen es qué quedará de la arquitectura del siglo pasado, si no se aborda una selección que permita separar el grano de la paja, para, a continuación, actuar en consecuencia. La ciudad de Murcia conserva algunos ejemplos que pasan desapercibidos. La Central Lechera Murciana, de Carbonell Ruiz, en Monteagudo, es uno de ellos. La ruina campa a sus anchas pese a que simboliza la época de crecimiento económico que se vivió en los años sesenta. Otros edificios sí se conservan en buen estado, pero pocos se detienen a contemplarlos, como la sede de la Delegación del Gobierno (1954), de Prieto-Moreno, y la Consejería de Sanidad (1961) en Ronda de Levante, de Sancho Ruano y Sevilla Llorca.
El catálogo de la Fundación Docomomo, una institución que trabaja para el reconocimiento y la conservación de la arquitectura moderna, destaca varios proyectos más. Ahí están los edificios de viviendas de José Luis de León-Díaz Capilla en Trapería, 3 (1934) y ‘El acorazado’ (del mismo año), en Santo Domingo, 12; la torre del Banco Vitalicio (1965) de Antonio Escario Martínez, José Antonio Vidal Beneyto y José Luis Vives Ferrero, y los colegios de Maristas La Fuensanta y Monteagudo de Pan de Torre. ¿Hasta cuándo este desinterés?

Nuestro patrimonio cultural en pequeñas dosis

Sobre el autor

Mazarrón, 1967. Periodista de 'La Verdad' y guía oficial de turismo.


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