El 31 de agosto se cumplirán 16 años del accidente que provocó la muerte de la princesa Diana. En su huída de los paparazzi se fue para siempre. Su adiós prematuro acaparó las portadas del mundo entero. La prensa del corazón despedía a su reina. Ni antes ni después, ningún otro personaje de la vida social se ha visto sometido a la presión mediática que ella sufrió. Pero aún hoy, más de tres lustros después, sigue siendo noticia y acaparando portadas. Y no precisamente por el hecho de que estos días su primogénito la hubiera convertido en abuela, que también. Lo es, lo será este próximo septiembre, por una historia de amor, otra más, la que lleva a portada en su siguiente número Vanity Fair, con una impresionante fotografía de, quién si no, Mario Testino. La revista habla de su último romance. Y no, no es el que recogerán los libros de Historia.
La madre del futuro rey de Inglaterra murió al lado de Dodi Al-Fayed. Mohamed, el padre, levantó un mausoleo en sus archiconocidos almacenes Harrods presidido por un espectacular anillo de brillantes con el que, dice el empresario, su hijo pidió la mano de Diana de Gales. Entonces, incluso se rumoreó (la autopsia oficial lo descartó) con que Lady Di esperaba un vástago del egipcio. Pues parece ser, siempre segú
n la versión de Vanity Fair, que entre ellos podía haber una bonita amistad, un inicio de idilio, pero nada más.
El verdadero amor de Diana era un cirujano pakistaní llamado Hasnat Khan. Con él mantuvo una relación, según la revista, de dos años, interrumpida pocas semanas antes de su muerte. Ella, Diana, cuenta Jenima Khan, una amiga íntima de Lady Di, quería casarse incluso con el cirujano. Estaba dispuesta a todo, hasta el punto de que había accedido a mudarse a Pakistán si ese era el deseo de su amado. Pero Hasnat no estaba dispuesto a perder lo que para él era sagrado, su privacidad; no quería ser centro del objetivo de las cámaras y dijo hasta aquí. El resto de la historia, lógico, se encuentra en las páginas interiores de Vanity Fair.