Todas las tardes meriendo una manzana. En ello estoy ahora mismo. Y cuento esto porque acaba de venirme a la cabeza el dichoso melón. Sí, el que la infanta Elena llevó a su padre en una bolsa de plástico como obsequio dominical. Me he apostado a mí mismo que el dulce fruto es made in Badajoz, que la duquesa amazona estuvo el día anterior dando saltos con su caballo en una pista extremeña. No tengo ni idea, por suerte, de qué se da de merendar a los pacientes en los centros hospitalarios, ni en los públicos ni en los privados. Me imagino que un café con leche, descafeinado el primero y desnatada la segunda, tres o cuatro galletas y una pieza de fruta. Pero, lo dicho, es mera especulación. Pero, dejando a un lado mi alarde de imaginación, me pregunto ¿qué hace un paciente con un melón en la habitación? Se me figura que enfermeros y enfermeras han visto de todo desfilar por los pasillos, hasta gallinas vivas, fijo. Pero, insisto, a mí lo del melón me ha roto todos los esquemas. Pasa que le lleve naranjas, peras o ciruelas. ¡Pero un melón! ¿Qué va a hacer el Rey con un melón? Ya, ya sé la respuesta: comérselo. No, no me refiero a eso, me refiero a que la gracia del melón lleva bastante más emparejado. ¿Dónde está ahora el melón? ¿Se lo va a comer el Rey poco a poco o va a convidar a sus compañeros de planta? ¿O a los de seguridad? ¿Sigue el melón en la habitación o lo han bajado a cocina? Si don Juan Carlos lo tiene controlado, bien, vale. Pero si no está bajo su supervisión, ¿quién le dice que parte del melón no va a parar a boca extraña? Y, que se sepa, el regalo de la infanta Elena era para su padre y solo para su padre. Vamos, que la gracia del regalo ha revolucionado toda la clínica porque… Ese melón, seguro, bajó a cocina, donde le buscaron lugar privilegiado porque no es un melón normal, es el melón de una hija a un padre, el melón de una infanta de España a un Rey de España. Casi nada. ¿Y quién es el guapo que se atreve a abrir el melón de la monarquía? Sí, esta es la clave. De momento, la duquesa de Lugo, la primogénita, ya ha puesto la pieza en escena. Si hubiera sido doña Letizia la que se lo lleva… O la Reina… De otra cosa estaríamos ahora hablando. Pero una, la nuera, lo máximo que se sabe que le ha llevado es a sus nietas de visita. De doña Sofía no ha trascendido nada. Bastante ruido se hizo con el toblerone con el que le obsequió la Reina al Rey después del desafortunado tropezón en Botsuana. Eso es tener clase. Donde esté un toblerone que se quite un melón. ¿O no?