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¿Y quién sustituye al Rey?

Como de mecánica entiendo más bien poco o nada, no voy a hacer juegos de palabras. Porque por saber, no sé ni para qué sirve una bujía. De hecho, creo que es la primera vez en mi vida que escribo esta palabra. Con eso queda dicho todo. Sí sé, en cambio, que cuando un coche empieza a fallar, si unas veces le da por no querer arrancar, otras por hacerlo y cuando menos te lo esperas empieza a calentarse, echar humo, líquido verde… Malo. Muy malo. De ahí que si el coche en cuestión se pasa más tiempo en el taller que en la carretera, quizás es que ha llegado el momento de pensar en adquirir un nuevo utilitario. Y sí, a buen entendedor… Y no, no creo que en la abdicación de un Rey. Y no lo creo porque su compromiso con la Corona, con sus súbditos, es de por vida. Así lo juró ante un Biblia y la Constitución, ante dos textos sagrados.

El problema surge, claro, cuando no hay vehículo de sustitución. Y no es un problema al uso, es un problemón. Y la monarquía, tan moderna para unas cosas, se queda obsoleta en lo importante. Año tras año se les pregunta a los escolares eso de “¿qué es un rey para ti?”. Y las respuestas son de lo más variopintas, llegan en forma de dibujos, poesías y hasta maquetas. Pero, más o menos, lo que entiende un niño que es un rey no es muy distinto a un capitán de barco, a un entrenador de fútbol… Vamos, alguien a quien se respeta y de quien se acata lo que dice. Y un equipo de fútbol, hasta donde yo sé, necesita siempre un entrenador, ¿no? Y un barco, otro tanto de lo mismo, ¿verdad? ¿Alguien se ha subido a un barco en el que no hubiera capitán? Bueno, sí, al Costa Concordia, pero ya sabemos todos cómo terminó esa historia.

Pues bien, si no queremos que nuestra nave se vaya a pique, ha llegado la hora de tomar una decisión, de dar un paso al frente. Y por fin, por fin, parece que los dos grandes partidos políticos de este país, PP y PSOE, educados para llevarse la contraria porque sí, pensando más en ellos que en lo que necesita el pueblo, están de acuerdo. En pocas palabras lo que se defiende es que si el entrenador se pone pachucho, como le ocurrió la temporada pasada a Tito Vilanova en el Barça, haya un recambio. Que no será lo mismo, pero alguien tiene que estar en el banquillo y decidir si Messi tiene o no que jugar. Y en Zarzuela eso no ocurre. Ahora don Juan Carlos se va de nuevo al taller y… Nos quedamos sin entrenador, sin capitán… Sin Rey. Y en España, más que nada porque es una Monarquía Parlamentaria, se necesita un Rey. Se llame don Juan Carlos, don Felipe o doña Leonor. Eso, sin ser lo de menos, es otro asunto. Y si el Rey está ausente, la Constitución, la que nos cobija a todos los españoles, tiene que protegernos y contemplar la figura del regente, del príncipe sustituto o como se le quiera llamar. Lo del cargo es lo de menos, lo de más es la función a realizar.

Y si no estamos por esa labor, si la Casa Real no ve eso, tenemos un problema. Porque, claro, hay otra solución, la abdicación, aunque… Sería más de lo mismo, pan para hoy y hambre para mañana, porque, tarde o temprano, al nuevo rey también le podría dar un achaque y España seguiría sin quien le represente.

Cuentos de reyes, príncipes y lo que se tercie

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septiembre 2013
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