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Cristina, la séptima de la lista

No deja de resultar curioso (por no usar otros calificativos) que la Casa Real pierda el tiempo en desmentir noticias carentes de fundamentos. Los portavoces de la Casa Real no están para esas cosas. O no estaba. Hay que remontarse varios años atrás para encontrar la primera vez que Zarzuela salió de su silencio para acallar bocas. Entonces, fue para recalcar que la princesa de Asturias no padecía problema de salud alguno derivado de la alimentación. Vamos, en pocas palabras, que no sufría anorexia. Pero el hecho de que ahora, con el maremoto creado por los negocios de Iñaki Urdangarin, salga a decir, y por segunda vez, que el Rey (porque no hay que olvidarse que es la cabeza de familia) no ha presionado nunca a su hija para que ponga fin a su matrimonio, resulta curioso. Muy curioso.

Y resulta curioso, uno, porque si la Casa Real no puso impedimento al casamiento, por qué tendría que opinar ahora. Y, dos, porque qué tiene de malo no ya que una infanta de España decida poner fin temporalmente a la convivencia (como se anunció la separación de los duques de Lugo en primera instancia), sino renunciar a los derechos dinásticos. Porque ahí está la cuestión. Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia es infanta de España por nacimiento, por ser hija de rey, y duquesa de Palma por concesión de su padre, como regalo de boda. Título que, por otra parte, volverá a la Corona el día que fallezcan los actuales duques, dado que no es hereditario. Pero el caso es que la infanta Cristina, primero soltera y ahora casada, siempre fue y será la infanta Cristina. ¿Por qué se aferra a los derechos dinásticos? La respuesta podría darla mejor que nadie la infanta Pilar o la infanta Margarita. Una y otra se vieron obligadas a salir de esa de sucesión al trono de España al decidir casarse con plebeyos. Como lo están leyendo. Y tuvieron que hacerlo para cumplir así con la Pragmática Sanción de Carlos III. Pero como los tiempos avanzan y cambian pues doña Elena se casó con quien quiso y siguió ocupando posición privilegiada como aspirante a reinar. Y otro tanto de lo mismo ocurrió con doña Cristina. Y hasta con don Felipe. Pero como casi todos los herederos habían elegidos plebeyas como esposas, y algunas hasta con hijos de soltera, pues… Hablamos de tiempos modernos en las monarquías y todos nos lo creemos. O casi todos. Porque son modernos los tiempos para reclamar derechos, no para cumplir obligaciones. Comportamiento ejemplar. Esto es lo que se pide, exige, a los miembros de la Familia Real. A partir de aquí, que cada uno se cree su propia opinión.

Y ahí sigue la infanta Cristina, ocupando el séptimo puesto de la lista, por detrás del príncipe Felipe, las infantas Leonor y Sofía, la infanta Elena, Felipe Juan Froilán y Victoria Federica. Su renuncia al trono de España conllevaría también la de sus cuatro hijos. Y, ojo, ascendería al séptimo puesto el príncipe don Carlos de Borbón-Dos Sicilias y de Borbón-Parma, Duque de Calabria y Príncipe Heredero de las Dos-Sicilias, creado Infante de España por el Rey en 1994.

Cuentos de reyes, príncipes y lo que se tercie

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