La clase política sigue estancada en la mediocridad y ha dado buena prueba de ello en una semana disparatada. Culminó ayer con la destitución de José Salvador Fuentes Zorita, presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura y un serio obstáculo para quienes pretenden cerrar el Trasvase. Como adelantó ayer Manolo Buitrago en laverdad.es, la decisión se tomó la semana pasada, tras la incalificable campaña del presidente Barreda sobre los campos de golf murcianos y después de serias disputas entre Fuentes Zorita y el Ministerio por la política de desembalses. Si fuera por lo vivido en estos días, pocos dirigentes se salvarían de una simbólica quema. Zapatero vio como su ansiado pacto político contra la crisis quedó en otro decreto ley de medidas paliativas que no está englobado en un plan de reformas estructurales. Mientras, atenazado por el caso Matas y la ‘Gürtel’, Rajoy despejó la imputación del ex tesorero Luis Bárcenas de la peor forma posible para su liderazgo: convenciendo a Bárcenas para que deje el PP, en lugar de echarle y pedirle que deje su escaño. Esperanza Aguirre así lo vió, aunque pecó por exceso. Para dar imagen de contundencia contra la corrupción y de paso frenar a Rosa Díez en los sondeos de Madrid, llegó a atribuirse durante 24 horas el origen de la investigación de la ‘Gürtel’, que al mismo tiempo Álvarez Cascos vincula a una supuesta “camarilla” policial. Con semejantes balones de oxígeno, y para evitar esas críticas de la prensa extranjera que tanto molestan en Moncloa, el vicepresidente Chaves y el ministro Blanco aventaron la idea de que es Falange quien sienta a Garzón en el banquillo. En realidad lo hace un magistrado del Supremo, de la progresista asociación Jueces para la Democracia. Y no por investigar los crímenes del franquismo sino por presuntamente hacerlo saltándose la ley a sabiendas. Cospedal tampoco estuvo acertada. Llegó a calificar de “muy provechosa” (¿para quién?) la reunión del Estatuto manchego, donde el PSOE asestó el más grave revés al Trasvase con la abstención del PP. Las posteriores llamadas de Alonso, Pajín y Soraya suscitaron unvodevil de explicaciones sobre lanegociación del Estatutoyel sentido del voto. Fue lo más parecido en los últimos tiempos a la escena del contrato de los hermanos Marx en una ‘Una noche en la ópera”. Los presidentes Valcárcel y Camps respondieron con contundencia al informe de la Ponencia, pero la estrategia fijada desde Génova, que prioriza las aspiraciones de Cospedal, aporta munición para las acusaciones de tibieza de sus adversarios y les hace aparecer como perdedores ante un Barreda cada vez más crecido. Ayer mismo, el presidente manchego se apuntó otra victoria, la cabeza del socialista Fuentes Zorita. Valcárcel y Camps tienen la próxima semana una crucial cita con los regantes en Murcia. Quizá sea la última oportunidad para enderezar el rumbo de los acontecimientos.