La operación relámpago de la UE para rescatar el euro, a base de una drástica reducción del déficit público, está reconfigurando todo el panorama político, económico y social en las últimas dos semanas. La ‘realpolitik’ se impuso abruptamente al ‘pensamiento Alicia’ de Zapatero y el presidente se vio forzado a dar un brusco cambio de rumbo en su política económica despojándola del perfil ideológico que la impregnaba. Ese vertiginoso giro copernicano se sustancia en el mayor recorte en gasto social de la democracia, lo que ha pasmado a la izquierda sindical, con la que ya no conecta ni incluso prometiendo más impuestos para los ricos. Si el Gobierno aprueba por decreto la reforma laboral, el anuncio de huelga general será inmediato. La lógica difusa pero implacable de los mercados terminó por asentarse en el laberinto de la crisis por el que deambula el presidente. El cambio de discurso fue tan radical y rápido que pilló desprevenido a todo el PSOE. Se fraguó en La Moncloa en apenas 48 horas, sin debatirse ni en la Ejecutiva Federal ni el Consejo de Ministros. El argumentario cocinado con urgencia en Ferraz para los líderes regionales del PSOE sirve para bien poco porque vicepresidentes y ministros se contradicen en cuestión de horas acentuando la percepción pública de descoordinación e improvisación. Con el recorte en la inversión en obra pública, los brotes verdes de la economía nacional se quedan sin savia y el Gobierno reconoce que el crecimiento en 2011 será medio punto inferior al previsto. En este frenesí, el Banco de España lleva del ronzal a las Cajas hacia una reordenación a base de fusiones y alianzas para evitar la intervención en las menos solventes, aunque a un ritmo tan desbocado que el posible mapa de estas entidades cambia cada 24 horas. Al Banco de España no le tiembla el pulso. En la madrugada del sábado, intervino Cajasur, nombrando tres administradores y expulsando a todos los miembros del Consejo de la caja cordobesa, tras su rechazo a fusionarse con Unicaja. Ojo avizor porque Cajasur no es la única con bicho dentro. Las comunidades autónomas están también en el epicentro del avispero nacional y de hecho sufren ya las primeras picaduras de consideración. El aviso de que tendrán que acometer más recortes del gasto público es inequívoca, pero hasta la próxima reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera no sabrán cuánto deberán meter la tijera. Otro inquietante interrogante irrumpe con el tijeretazo de Fomento a la inversión en obra pública. Los plazos de la mayoría de las infraestructuras de transporte, incluido el AVE, serán reprogramados con un retraso medio de un año. Todas las Comunidades se verán afectadas. Esta vez habrá café para todos, pero será amargo, muy amargo. Y atentos porque a algunas les darán más de una taza. Hoy sólo el éxito de la lucha policial contra ETA actúa de bálsamo entre tanta zozobra.