>

Blogs

Puñalada de fuego a Calblanque

La bióloga norteamericana Lynn Margulis me dijo hace años que la especie humana se comporta a veces como una mala hierba, que crece explosivamente, invade todos los ecosistemas y corre el riesgo de desaparecer. Los humanos somos la única especie que en cierta forma es dueña de su destino, pero nos obstinamos en actuar con insensatez. Una de las causas de ese comportamiento tiene mucho que ver con lo que Benedicto XVI viene insistiendo estos días en Madrid. Desde una óptica alejada de la ciencia, pero complementaria con el punto de vista de muchos científicos, el Papa habla de ese relativismo moral que es producto de una ausencia creciente de valores. Cuando oímos de jóvenes y mayores frases como «no importa», «da igual» o «no pasa nada» en el momento de cometer un acto potencialmente dañino o peligroso, para ellos mismos o para el entorno en el que vivimos, asistimos a manifestaciones de esa nueva cultura vacía y deshumanizada. Estas reflexiones me vienen a la cabeza a la vista del desastre producido por las llamas en el parque regional de Calblanque, Monte de Cenizas y Peña del Águila, uno de los mayores santuarios de biodiversidad del Mediterráneo. La investigación sobre el origen del incendio aún está abierta, pero los primeros indicios recabados por la Guardia Civil apuntan a que fue provocado intencionadamente por uno o varios criminales descerebrados. El fuego puso en peligro vidas humanas y azotó una de las zonas de mayor riqueza forestal de la sierra de Portmán. Se necesitarán años para que el área afectada restañe sus heridas y la masa arbórea recupere el estado que tenía antes de producirse el incendio. El elevado número de fuegos registrados en esta joya medioambiental de la Región de Murcia (ocho en los últimos 20 años) parece indicar que, frente al deseo de la inmensa mayoría, hay algunos desalmados particularmente interesados en dañar esta importante zona natural. Si las pesquisas policiales demuestran que la presencia de la mano del hombre está detrás de este desastre, todo el peso de la ley debería recaer sobre los causantes de esta puñalada de fuego al pulmón de Calblanque. Las autoridades competentes, que demostraron una gran capacidad de respuesta de manera coordinada en la extinción del incendio, deberán acentuar la labor de prevención y vigilancia en un territorio protegido que no está a salvo de imprudentes y delincuentes. Esta exigencia alcanza también a los propietarios de los terrenos de Portmán, obligados a una estricta limpieza de las malezas que reduzca los riesgos para los habitantes de un paraje que ha sido ya castigado demasiadas veces por las llamas. Independientemente del origen del siniestro, es tarea de todos contribuir a la preservación de este valioso espacio natural que aspira a ser declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco. Es toda una obligación moral contraída con las futuras generaciones de murcianos. Puede que en unos días olvidemos la noche de angustia en la que corrió serio peligro el parque regional de Calblanque de no haber sido por la ágil y eficaz actuación de los servicios de emergencia. Pero, una vez extinguidos los últimos rescoldos, será el momento de extraer conclusiones de todo lo sucedido y de que paguen los culpables de este atentado contra el patrimonio de la Región.

Temas

Las claves de la actualidad analizadas por el director editorial de La Verdad

Sobre el autor


agosto 2011
MTWTFSS
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
293031