Algunos vieron un punto de pesimismo y otros simplemente un baño de realismo en el arranque de sinceridad que tuvo Rubalcaba el pasado jueves. Reconoció que será difícil vencer a Rajoy, como apuntan las encuestas de las federaciones socialistas, aunque matizó que su partido «ganará en ganas de ganar». En contra de lo dicho por José Blanco («está aquí para quedarse»), Rubalcaba confesó que decidirá si intenta liderar el PSOE la misma noche del 20-N. Todo indica que seguirá los pasos de Joaquín Almunia y renunciará a auparse a la secretaría general socialista si hay un descalabro en las urnas. Esa actitud le honra porque pocas cosas hay peores en política que un dirigente que no asume la responsabilidad de una derrota electoral y se aferra al sillón por encima del interés de su partido. En las próximas generales, el PSOE se lo juega todo a la figura de Rubalcaba, convencido de que en el uno contra uno supera con creces a Rajoy. Si fuera así de sencillo no tendría mucha importancia quién encabeza las listas regionales socialistas. Pero la realidad es bien distinta porque los candidatos autonómicos suman o restan escaños que pueden ser claves para el resultado final. Con el rechazo del 39% de los delegados del Comité Regional, después de tres días de movimientos en la sombra y una tormenta de críticas internas, el PSRM acude con un ‘ticket’ electoral integrado por María González Veracruz y Pedro Saura, cuya presencia y procedimiento para elaborar las listas ha encontrado una fuerte oposición en el partido que dirige. El mensaje oficial es que se ha cumplido la voluntad de Rubalcaba, pero la percepción pública vuelve a ser la de una clamorosa falta de liderazgo en el socialismo murciano, empeñado en contribuir a perpetuar el gobierno del partido de Valcárcel por su incapacidad para ahormar una alternativa sólida. La presencia de Saura en los puestos de cabeza es legítima pero difícilmente entendible desde el punto de vista de las expectativas electorales por más que Rubalcaba necesite de sus conocimientos económicos en el Congreso, algo que públicamente nadie ha oído decir al exvicepresidente, dicho sea de paso. Saura dio un paso atrás en 2010 porque las encuestas para las autonómicas indicaban que en un duelo con Valcárcel la derrota sería aplastante y fue Begoña García Retegui quien tuvo que dar la cara en los últimos instantes con los resultados que propiciaron la mayor victoria del PP. ¿Qué ha cambiado para pensar que Saura tiene ahora tirón electoral y cosechará más votos formando tándem con María González Veracruz, una joven política todavía sin cuajar y desconocida para la mayoría del electorado? ¿Estamos simplemente ante la búsqueda de una salida personal para Saura, como piensan muchos militantes, no solo los que apoyan la alternativa de Rafael González Tovar? Saura cuenta con respaldo suficiente para plantar batalla el 20-N, pero su ejecutiva se queda con un apoyo mínimo en el partido. Si los socialistas murcianos retroceden en escaños debería pensar esa misma noche, como hará Rubalcaba, si lo mejor para el PSRM es que siga aspirando a la secretaría general en el congreso de la próxima primavera. A la vista del desgaste sufrido, ha sido González Tovar, y no Saura, quien sale más entero de este combate dirimido a los puntos.