El pesimismo de los economistas murcianos sobre la evolución de la crisis en la Región ha sido refrendado por el último informe del Servicio de Estudios del BBVA. Ya sabíamos por el FMI y otros organismos internacionales que España se enfrenta a dos años de recesión, pero las previsiones de crecimiento por Comunidades autónomas eran hasta ahora muy difusas. El trabajo del BBVA aporta ahora cifras preocupantes, aunque no sorprendentes. Si la crisis nos había parecido dura, más vale que nos preparemos para 2012 porque este año será mucho peor para la economía murciana que 2011. Y si se cumplen las pronósticos del BBVA, 2013 solo será ligeramente mejor que 2011. Frente a los modestos crecimientos del PIB regional de 2011 y 2013 (0,5% y 0,6%, respectivamente ), 2012 se presenta como un ‘annus horribilis’ dado que la contracción del PIB_regional llegará a -1,9%. Estas sombrías previsiones contrastan con el optimismo de hace solo un par de meses, cuando la Consejería de Hacienda diseñó unos Presupuestos regionales para 2012 sobre la base de un crecimiento del 1%, algo ya descartado por el nuevo consejero Juan Bernal. Como otros responsables de las haciendas regionales, Bernal está ahora la espera de las previsiones macroeconómicas del Ministerio de Economía y de la Comisión Europea, que serán la base de los Presupuestos Generales del Estado. Por el momento solo podemos guiarnos por las previsiones del BBVA, que delimitan claramente ‘la zona cero’ de la recesión: Comunitat Valenciana, Castilla-La Mancha y la Región de Murcia, que cuenta con el apalancamiento del sector privado como el factor condicionante más negativo. En menor medida que las otras dos Comunidades, que además de elevados niveles de déficit también los tienen de deuda, la consolidación fiscal pendiente en la Región obligará a una revisión del Presupuesto para este año, lo que ya avanzó el pasado domingo Juan Bernal en las páginas de ‘La Verdad’. Quinientos millones adicionales es la cifra que deberá ser recortada en las próximas semanas por el nuevo equipo económico de Valcárcel, una cantidad que podría ser mayor si no se cumplan los ingresos previstos por la vía de las transferencias del Estado y la venta de inmuebles y puntos de amarre. El diagnóstico de los economistas del BBVA es difícil de dirigir, pero meridianamente claro: “El endurecimiento de las condiciones de ajuste fiscal que deben cumplir las comunidades autónomas y corporaciones locales probablemente permitirá salir antes de la crisis a los primeros en hacer los deberes, aunque indudablemente tendrá un impacto a corto plazo que será mayor cuanto más necesario sea ese ajuste, y cuanto mayor sea el peso del sector público en dicho territorio. La solución, no obstante, no se encuentra en posponer indefinidamente el proceso (que debería realizarse igualmente, pero en condiciones más duras)”. Lo que aconseja el informe es, ni más ni menos, que más vale hacer un duro recorte ahora si se quiere salir antes de la crisis. Rajoy ha prometido que no dejará a caer a ninguna comunidad autónoma y ya prepara los llamados ‘hispanobonos’ para que los Ejecutivos regionales puedan emitir deuda a un interés similar al del Tesoro, lo que aliviará el engrosamiento de la deuda. Pero eso no librará a Juan Bernal de acometer un tijeretazo importante para sacar a la Región del agujero financiero y dar un balón de oxígeno político al Gobierno regional, ahora que la factura política de la crisis ya no puede ser endosada al Gobierno central de Zapatero. La responsabilidad recae desde hace pocas semanas en un gabinete del PP con Rajoy a la cabeza, una situación que forzará a Valcárcel a actuar de manera distinta, quiera o no. Aunque sus distintos gobiernos no ocultaron la crisis y reaccionaron pronto con medidas de austeridad, estas no han tenido la contundencia que a la postre se están demostrando necesarias por el agravamiento de la situación. Lo más duro de la nueva tesitura es que cuanto mayor sea el recorte mayor será el coste a corto plazo en pérdidas de puestos de trabajo, tanto en el sector público como en el privado. Y las cifras de paro empiezan a ser inasumibles en una región que llegó a rozar el pleno empleo en la época de máxima bonanza.