Alguien debe aconsejar mejor a un Ejecutivo al que traicionan los micrófonos y que quiere presumir de transparencia
Rajoy viajaba en el AVE camino a Barcelona, el pasado 15 de septiembre, cuando el hoy presidente lanzó su primer mensaje en Twitter. «A pesar de mi inexperiencia estreno con ilusión mi twitter en el que cuento con todos», decía el candidato. El estreno de Rajoy no pasó desapercibido a los habituales usuarios de esta red, donde rápidamente alguien acuñó un ‘hashtag’ que hizo fortuna: #preguntaleamariano. El torrente de cuestiones que se suscitaron eran prácticamente todas en clave humorística, dejando en evidencia el papel de Twitter como válvula de escape para ocurrencias y chanzas. De todos los ‘tweets’ recuerdo uno especialmente absurdo que decía: «Mariano, ¿tú eres más de ‘flashmob’ o de ‘lipdub’?». Según esa nueva fuente de sabiduría popular que es la wikipedia, un ‘flashmob’ es una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente. Y un ‘lipdub’ es un vídeo musical realizado por un grupo de personas que sincronizan sus labios, gestos y movimientos mientras suena una canción.
Pues bien, la inauguración este lunes de la autovía MU31, que conecta el Puerto de la Cadena y el Polígono Industrial Oeste, fue lo más parecido a un ‘flashmob’ bajo una carpa con decenas de personas (me cuentan que había hasta oficiales de los tres ejércitos), congregadas en torno a Ana Pastor en su primera visita a la Región como ministra de Fomento. Antaño, lo usual hubiera sido que la ministra respondiera sobre asuntos que interesan en este territorio, como la fecha de llegada del AVE, a los periodistas convocados, que no son ‘tuiteros’ con ánimo de bromas, sino los depositarios del derecho a la información de los ciudadanos. Pero emulando a otros políticos, algunos muy aventajados en estas lides como Carme Chacón en su etapa de ministra de Defensa, Pastor soltó sus mensajes y no admitió preguntas, lo que dejó sumidos en la perplejidad, junto a la autovía MU31, a los profesionales de la comunicación que deben recabar información para sus audiencias. Aferrarse a las comparecencias sin preguntas lesiona el derecho a la información, pero además es un error de comunicación que se vuelve contra quien lo practica porque al final lo destacable es lo que se deja de contar y no lo que se dice.
Alguien debería aconsejar mejor a un nuevo Ejecutivo al que le traicionan los micrófonos abiertos y que quiere presumir de transparencia en un complicado momento que exige mucha y buena comunicación de la acción de gobierno. La clase política está en su derecho de administrar sus tiempos y de elegir los formatos para dar explicaciones, pero no puede pedir una complicidad contranatura y la aquiescencia con este tipo de prácticas a quienes intentamos ejercer el periodismo en libertad y sin censuras. ¿Cómo explicar que en un asunto tan poco conflictivo como los buenos datos de trasplantes en 2011, la ministra Ana Mato se negara a contestar a los periodistas? Otros ministros fueron de menos a más, como el de Agricultura. Arias Cañete arrancó sin salirse del guión fijado en el programa electoral en materia de agua, pero luego empezó a trasladar ideas más o menos claras de cómo abordará el problema. Bastaron las primeras reacciones de Aragón y Castilla-La Mancha al calor de las primeras palabras sobre los trasvases para que Arias Cañete fuese llamado al orden y conminado a guardar silencio.
En este guirigay informativo donde chocan los ministros de Justicia e Interior a cuenta del matrimonio homosexual, donde el ministro de Cultura tropieza consigo mismo cada dos por tres, y donde el titular de Economía habla ‘para fuera’ (Europa y los mercados) y el de Hacienda ‘para dentro’ (los agentes sociales, la oposición y las comunidades), se salva en el plano informativo la vicepresidenta Sáenz de Santamaria. En las ruedas de prensa del Consejo de Ministros puede olvidarse de cuestiones clave de la reforma laboral, como ocurrió el viernes, pero al menos responde y rinde cuentas. Si los ‘flashmobs’ gubernamentales se generalizan, hagamos mejor ‘lipdubs’ al estilo Bollywood. Que el Gobierno nos pase la letra (vía notas de prensa) que nosotros ya pondremos la música y la coreografía. Puestos a elegir, y dado que vamos a perder el tiempo en mitad de una autovía, que al menos sea divertido.