Ahora que los agentes sociales y partidos políticos empiezan a negociar, bajo el impulso del Gobierno regional, la búsqueda de un pacto para reformular el modelo productivo y relanzar la economía, conviene no olvidar lo que ya apuntó Ortega y Gasset cuando hablaba del ‘yo y mi circunstancia’. Somos lo que el medio nos permite ser, y no lo que se nos aparece en nuestros mejores sueños. Tienen razón quienes defienden que la Región de Murcia nunca podría ser un ‘silicon valley’ de las tecnologías de la información y que conviene priorizar aquello en lo que acumulamos experiencia, saber hacer y una cotas de competitividad que rozan la excelencia. Apostar por el sector agroalimentario y por el desarrollo de tecnologías relacionadas con la gestión del agua es una decisión plena de sentido común. De hecho es lo que lleva haciendo la Región, con éxito, desde hace cientos de años. Los automóviles del futuro nos seguirán viniendo de Alemania. Lo que hay que asegurarse es que allí siga llegando la fruta y la verdura de Murcia, lo que solo será posible si se incentiva la innovación tecnológica, los modelos de gestión competitivos y nos liberamos de una vez del lastre de los déficits endémicos de comunicaciones y recursos hídricos. Con un indubitable potencial como polo energético gracias a Escombreras, la Región tiene horas de sol suficientes para ser además un territorio puntero en energías limpias. Y si somos lo que el medio nos permite ser, no debe haber tampoco ninguna duda sobre el potencial del turismo, más aún cuando prácticamente todo está por hacer en un campo donde se necesitan más inversiones públicas y profesionales del sector y menos voluntarismo político. Y en este punto conviene de nuevo hacer caso a Ortega cuando decía que «ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral». Lo que trataba de reflejar el filósofo español son las consecuencias funestas de nuestra incapacidad para pensar más allá de la ideología de cada cual, limitando las oportunidades de consensos y puntos de partida comunes. Ese es uno de los desafíos que tienen los políticos, empresarios, sindicatos y otros agentes sociales que van a sentarse para debatir haciá dónde y cómo debe caminar la Región en los próximos años. La experiencia de la última década a nivel municipal indica que es mejor tomar la iniciativa política y planificar a que lo hagan otros por ti. Si Cartagena es hoy una ciudad con un gran desarrollo turístico es porque quienes desempeñaban responsabilidades políticas tenían también una idea de ciudad y la llevaron a cabo. En Murcia, con todos sus avances, la impresión es que no existió ni modelo ni planificación, sino un desarrollo a partir de las ideas inconexas que traía cada promotor de turno. De cara a lo que está por venir en la Región siempre será mejor marcarse un camino que dejar que otros te asignen la senda. Está bien ser reivindicativo, pero más importante es ser resolutivo en la gestión y eficaz en la regulación para despejar caminos y no competir con el sector privado, a veces embarcándolo en aventuras que conducen a despeñaderos o a la nada, como ocurre en Alicante con la Ciudad de la Luz o aquí con ese delirio llamado Contentpolis.