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Murcia y el reparto del pastel

Artur Mas regresó ayer a Barcelona con las alforjas vacías tras el portazo de Rajoy al Pacto Fiscal y a la aventura independentista, aunque los riesgos para la unidad y la cohesión de España permanecen latentes. Cada día que pasa, la estrategia del presidente catalán adquiere todas las trazas de un órdago que persigue avivar un clima de crispación para, por vía directa o indirecta, mejorar sustancialmente la financiación de la Generalitat a cualquier precio. Mas sabía de antemano que su propuesta era imposible. O se quiere un Pacto Fiscal o la independencia, pera las dos cosas a la vez es un contradiós. El líder nacionalista se va de vacío, pero con su teatral comparecencia tras la reunión ya tiene a punto ese estado de ánimo exacerbadamente victimista que le es propicio para adelantar las elecciones. Y cuanto antes sea la cita, mejor para sus intereses. Pese a que ha acometido los más duros recortes de gasto en políticas sociales, los sondeos indican que la estrategia independentista le está dando frutos, hasta el punto que CiU es el único partido de gobierno que gana en estimación de voto. Mas tensará ahora la cuerda y llevará su hoja de ruta separatista en el programa electoral para convertir la cita en las urnas en ese referéndum independentista que no cabe en la Constitución. Entonces estará aupado a esa posición de fuerza con la que obtener la mejor tajada del melón que se abre el año próximo: la revisión del modelo de financiación autonómica, que caduca en 2014. Rajoy se comprometió ayer a negociar con Mas posibles mejoras de los fondos estatales que percibe Cataluña, lo que plantea un serio problema para comunidades que, como Murcia y Valencia, entre otras, se han visto perjudicadas por el modelo vigente. Y es que las habas están contadas. Todavía no se conoce el techo de gasto ni las grandes líneas del proyecto de Presupuestos Generales del Estado, pero las previsiones macroeconómicas del Gobierno, y otras más pesimistas, como las de CEOE y los sindicatos, indican que las cuentas del Estado serán más austeras y en 2013 habrá menos dinero a repartir en la caja única. Los presidentes de Andalucía, Canarias y otras comunidades ya están hilvanando un frente para presionar a su favor en el futuro modelo de financiación. Valcárcel fue invitado a participar, pero rechazó sumarse. Desde Génova se ha recordado a todos sus barones que ahora toca centrarse en el cumplimiento del déficit y no agitar las aguas de las deudas históricas. Este hecho explicaría el tibio discurso actual del presidente, quien hizo de la insuficiente financiación que recibe la Región uno de los caballos de batalla contra el Gobierno de Zapatero, como le recuerda la oposición periódicamente. En 2013, cuando comience el nuevo reparto del pastel, Valcárcel estará obligado a emplearse a fondo, convenga o no a Génova o Moncloa, porque todo apunta a que el problema catalán puede acabar resolviéndose como siempre: con una lluvia de millones a la Generalitat, en detrimento de otros territorios. Cuando llegue el momento, Valcárcel no tendrá más remedio que actuar con firmeza en Madrid. Incluso aunque esté en juego su presencia en las listas del PP para el Parlamento Europeo en 2014.

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