Las áreas metropolitanas que circundan Helsinki, Berlín y Turín se han convertido en zonas punteras para el desarrollo de las tecnologías de la información. Grenoble, Lyon, Oxfordshire y Karlsruhe destacan como incubadoras de empresas innovadoras de alta tecnología. ¿Qué lugar puede ocupar la Región de Murcia en la nueva economía europea basada en la explotación de los conocimientos derivados de la investigación y la innovación? Ahora que se abre el debate sobre el plan estratégico regional para los próximos años es hora de encarar este tipo de preguntas. Los últimos datos sobre exportación conocidos esta semana, relativos al mes de agosto, indican claramente que el camino a seguir por las empresas murcianas es el de la búsqueda de mercados exteriores. Mientras persista la crisis de financiación que atenaza a los sectores público y privado, y continúe la brusca caída del consumo interno, la tabla de salvación para la economía regional se encuentra precisamente en la internacionalización de sus productos, que podrán abrirse hueco lejos de nuestras fronteras siempre que haya una apuesta decidida por la innovación. Y así seguirá ocurriendo cuando pase la crisis, porque la globalización de la economía es un fenómeno que ya no tiene marcha atrás. En la Unión Europa se han identificado 22 regiones de excelencia en materia de creación de empresas de base tecnológica. Solo Madrid y el área de Barcelona figuran en ese selecto grupo donde convergen décadas de cultura empresarial innovadora, abundante capital humano y financiero y modernas infraestructuras de transporte. En este contexto, la oportunidad a medio plazo para la Región reside en la especialización y aprovechamiento de los conocimientos adquiridos en sus sectores más competitivos, como el agroalimentario. No se trata de inventar o explorar territorios desconocidos sino de innovar en aquellos sectores donde las empresas murcianas ya triunfan en los mercados europeos y en otros emergentes mucho más distantes. El nicho agroalimentario es el más importante, pero no el único disponible. El complejo del Valle de Escombreras, que gravita en torno a la inversión realizada por Repsol, la mayor en la historia de España, debería ser otro foco de actuación mediante la creación de empresas subsidiarias de alta tecnología. En el listado de oportunidades tampoco puede faltar las tecnologías de gestión del agua y las energías fotovoltaica y termosolar, donde ya existe mucho conocimiento adquirido y oportunidades por razones de climatología. No servirá de mucho la conexión con el eje ferroviario del Corredor del Mediterráneo, vital para la competitividad de la economía regional, si la cultura de la innovación no impregna el conjunto de la actividad económica y si no se mantiene la apuesta por las Universidades públicas como centros de generación de riqueza y conocimiento. Todas estas decisiones que se tomen hoy serán claves para lo que suceda pasado mañana. De forma muy gráfica lo dijo no hace mucho el presidente Obama: luchar contra el déficit público recortando la inversión en innovación y educación sería lo mismo que aligerar el peso de un avión eliminando sus motores. «Puede parecer al principio que volamos más alto, pero no pasará mucho tiempo hasta que sintamos el impacto».