Han alcanzado la mayoría de edad y se disponen a votar en las próximas elecciones europeas. No han conocido más gobiernos regionales que los de Ramón Luis Valcárcel y, en línea con otros jóvenes españoles, están viviendo la crisis con mucho desapego hacia la clase política y con gran ansiedad por el fantasma del paro. Hoy en las páginas de ‘La Verdad’ recogemos las inquietudes de un grupo de murcianos nacidos entre 1995 y 1996 para dar voz a esos jóvenes que por primera vez tendrán voto en las inminentes convocatorias electorales. Son los primeros miembros de la ‘generación Z’, término acuñado por los sociólogos para referirse a los nacidos entre 1995 y 2005. En muchos aspectos no son diferentes a sus padres cuando tenían su edad. En otros son radicalmente distintos. Cada joven es un microcosmos particular, pero hay signos distintivos comunes forjados por el tiempo que les ha tocado vivir. Pasaron toda su niñez disfrutando de una época de bonanza económica, pero su adolescencia ha sido una tortura por el agobio de la crisis. La peor pesadilla de estos jóvenes de 18 años es que sus padres pierdan el empleo y la mayoría tiene la maleta medio hecha por si las circunstancias les obligaran a emigrar para encontrar trabajo. Ahora, toda su esperanza está depositada en que el mercado laboral se recupere antes de que acaben su formación. Llama la atención como la mayoría no parece percibir la democracia como una conquista que se exhibe con orgullo, sino como un sistema heredado que no genera mucho entusiasmo y del que no se sienten partícipes. Los principios abanderados por el movimiento 15-M ya no producen movilización, aunque han calado con fuerza en esta generación y muchos demandan, frente a la actual democracia representativa, controlada férreamente por los partidos políticos, una democracia participativa que no circunscriba el papel de la ciudadanía al voto cada cuatro años. Les interesan los asuntos públicos, pero sencillamente quieren otro tipo de política en la que no sean meros espectadores. Y por esa razón algunos manifiestan que votarán en blanco o en favor de candidaturas minoritarias que ofrezcan más visos de renovación. En las próximas elecciones van a tener un peso nada despreciable porque son alrededor de 30.000 los jóvenes murcianos que se estrenarán en las urnas el próximo mes de mayo. Puede que ahora que se avecinan las elecciones europeas sus opiniones sean escuchadas. Cada voto vale. Bien lo saben los partidos y sus candidatos, que de hecho ya están de precampaña electoral en la Región. Basta con analizar las estrategias y los pronunciamientos de quienes gobiernan y de quienes hacen oposición durante la última semana, a cuenta por ejemplo de la posible llegada del AVE a Murcia en superficie, para concluir que ya están en liza electoral. Tanta súbita sensibilidad frente a las protestas y tanta disposición al diálogo no es casual.