Las cifras del paro conforman un poliedro que tiene caras vergonzantes y otras esperanzadoras. Por eso, los análisis del Gobierno, los agentes económicos y los partidos, por muy dispares que sean, siempre se ajustan parcialmente a la realidad. Todo depende de dónde se ponga el foco. Parece evidente que hay una tendencia positiva que lentamente se consolida, pero resultaría sangrante sacar pecho con el número de personas todavía desocupadas. Además, la desaceleración del paro en la Región no va acompañada por un incremento de las afiliaciones a la Seguridad Social, en un mes generalmente positivo para el empleo, sino al contrario, lo que indica la fragilidad de nuestro mercado laboral, donde el 94,5% de los contratos suscritos en junio fueron temporales. Queda un largo camino por delante.