Al 18,5% de la población de la Región no le funciona el ascensor de la movilidad social. La precariedad laboral y la vivienda contribuyen a enquistar una exclusión ya estructural, según el informe FOESSA, de obligada lectura para nuestros políticos
Juan e Isabel viven en los asientos delanteros de un Renault Laguna. Todo cuanto poseen viaja con ellos en la parte trasera del vehículo, que va cambiando de ubicación en la pedanía de Puente Tocinos para evitar posibles multas. Ese es el hogar de estos dos septuagenarios, que malviven con los 600 euros de la pensión de Juan, una cantidad que les daría para un alquiler barato, pero en ningún caso para abonar luego la luz, el agua y poder comer. Hoy contamos en páginas interiores la historia de Isabel y Juan, intuyendo que hay otras muchas parecidas cerca de nosotros aunque condenadas a la invisibilidad. Alrededor de 273.000 personas en la Región de Murcia, el 18,5% de la población, se encuentran atrapadas en el pantano de la exclusión social. Así lo acredita el informe de la Fundación FOESSA presentado esta semana por Cáritas Diocesana de Cartagena, un estudio territorializado que es referente desde hace ocho años a nivel nacional para escrutar la evolución de la pobreza y el grado de cohesión social. El informe FOESSA concluye que la exclusión se ha enquistado en nuestra estructura social, donde se detecta una fuerte tendencia a la precarización del empleo y aparece la vivienda como factor clave para explicar las dinámicas de exclusión. Cien mil personas viven hoy en nuestra comunidad autónoma con la incertidumbre de quedarse sin casa y diez mil están solas, sin ningún apoyo en caso de dificultad o enfermedad. En ese 18,5% de la población murciana, un amplio colectivo al que FOESSA y Cáritas denominan ‘la sociedad estancada’ porque tiene averiado el ascensor de la movilidad social, habría 138.000 personas en situación especialmente severa, de los cuales unos 37.000 amanecen cada mañana en la Región pensando cómo podrán sobrevivir un día más. Este dramático panorama habría sido peor de no ser porque la red de apoyo familiar aún resiste y ahí sigue la impagable labor con las personas vulnerables que realizan las entidades sociales. La respuesta, aún así, sigue siendo insuficiente. Primero porque persiste una amplia tasa de desempleo y la precariedad laboral empieza a consolidarse estructuralmente (el 38% de las personas excluidas en la Región de Murcia tienen trabajo). Y en segundo lugar, porque el gasto público en prestaciones sociales es aquí más bajo que en el conjunto de España. Por el menor desembolso en nuestro territorio de la Seguridad Social y por la menor aportación de la Administración regional y las corporaciones locales. Así, ciertas prestaciones dirigidas a los más vulnerables, como la renta básica de inserción, solo llegan en la Región a un 13% de la población con pobreza severa.
Los partidos políticos de la Región deberían analizar con detalle las más de 200 páginas de este estudio, donde queda acreditado el amplio apoyo social a la inversión en servicios sociales (el 73% de los encuestados son partidarios de aumentar los recursos públicos). Sin embargo, muy poco eco político ha tenido el informe de la Fundación FOESSA, pese a sus duras conclusiones y a que fue ampliamente difundido por LA VERDAD y otros medios de comunicación. Se aborde o no, esta cruda realidad está aquí y debería tenerse en cuenta ahora que nuestros gobernantes establecen sus prioridades para los próximos Presupuestos regionales. Es tarea de todos y de ahí que Cáritas acierta cuando plantea la necesidad de crear espacios de responsabilidades compartidas entre las administraciones públicas y las entidades sociales para impulsar iniciativas que hagan frente a la desigualdad y la exclusión social.
En este drama hay elementos de esperanza y auténticos modelos de ejemplaridad pública. Empezando por la propia Cáritas, que atiende en la Región de Murcia a tres de cada diez personas en situación de exclusión. Hay una Región de Murcia luminosa y solidaria que merece ser reconocida y apoyada. Por segundo año consecutivo, LA VERDAD y la Obra Social de la Caixa reconocimos esta semana el trabajo de cinco organizaciones no gubernamentales de la Región. En esta ocasión, los protagonistas fueron las asociaciones Beto, por su apoyo a mujeres en situación de vulnerabilidad y por su labor formativa; Alfa, por el apoyo a la integración social de personas con discapacidad a través de pisos tutelados; Neri, por su proyecto de ayuda humanitaria para inmigrantes y personas sin recursos; Acdomur, por sensibilizar y contribuir a promover actividades de voluntariado educativo y sociocultural, y Traperos de Emaús, por su acompañamiento integral a personas con dificultades especiales. Hay otras muchas más (Jesús Abandonado, Rais, Columbares,Cepaim, Cruz Roja…) que, junto a las anteriores, hacen de nuestro Tercer Sector un modelo a seguir para el conjunto del país. Todo esfuerzo es bienvenido, por insuficiente que a priori pueda parecer, para hacer frente a este descomunal reto que nos interpela moralmente a cada uno de nosotros.