La UCAM y la Consejería sellaron por fin el convenio de las prácticas de Medicina en aparente armonía, aunque sin presencia de los medios, por petición de la primera. Escondidos, como la canción de Bisbal y Chenoa, y con cobra incluida, dado que la universidad privada comunicó minutos después de firmar que no renuncia al contencioso administrativo contra el convenio de Sanidad con la UMU. La parte positiva del acuerdo es que los alumnos de las dos universidades tienen garantizado el ejercicio de las prácticas en un nuevo marco que se adapta al real decreto nacional. La impresión, sin embargo, es que la vía abierta a la UCAM a todos los hospitales públicos mediante convenios específicos, recogida por el decreto, dará paso a futuras negociaciones a tres bandas que no estarán exentas de tensión. ¿Atrapados sin poder salir?