Es cierto que la mayor parte de la recuperación de la actividad económica y del empleo dependerá del desenlace de las titubeantes reformas laboral y financiera que lidera el Gobierno central. Mientras perduren las causas de fondo que lastran la competitividad de nuestra economía, la bruma de la desconfianza seguirá atenazando a un país permanentemente vigilado por las instituciones financieras internacionales. Dicho eso, no es menos cierto que los Gobiernos autonómicos, sin tener capacidad normativa en materia de empleo, disponen de herramientas suficientes para dinamizar la economía, modelar su tejido productivo y elevar la competitividad de su capital humano. Gusten más o menos los distintos consejeros, el nuevo Ejecutivo de Valcárcel se adapta a lo que exige la adversa coyuntura: menos estructura y menos gasto público para sortear la tempestad con una tripulación experimentada y con conocimientos técnicos. Pronto deberemos escrutar si además de cumplir con las exigencias del control del déficit público, los consejeros que ocupan los puestos clave tienen la capacidad para acelerar los proyectos estratégicos de la Región, mantener la calidad de los servicios públicos y captar inversiones productivas que generen puestos de trabajo. Que el empresario murciano García Carrión anunciase hace pocos días que invertirá 80 millones para incrementar la producción de zumos en Huelva, porque la zona ofrecía terrenos a buen precio y existe un paraguas administrativo propicio, es ilustrativo de que las cosas son susceptibles de mejora en el Gobierno regional para salir fortalecidos y lo más pronto posible de la crisis. Los ayuntamientos de las grandes ciudadades también deben y pueden contribuir pese a la asfixiante situación de sus arcas. Cartagena es un ejemplo de dinamismo y de visión de futuro. Cómo es posible, por el contrario, que Murcia, la séptima ciudad de España por población, no tenga aún un recinto ferial propio ni un palacio de congresos competitivo. Difícilmente se podrán atraer visitantes y generar negocio si la rehabilitación del Teatro Romea se eterniza y el Auditorio Víctor Villegas tiene un uso exclusivamente cultural. No debería asumirse tampoco que la afluencia a eventos de interés internacional, como el festival SOS 4.8, esté limitado por la disponibilidad de plazas hoteleras de la ciudad. La gestión del Gobierno regional y del Ayuntamiento de Murcia tienen obviamente también sus luces, de igual manera que la del consistorio de Cartagena presenta puntos débiles. De hecho, todas ellas fueron refrendadas mayoritariamente por los votantes, lo cual no significa, como trato de apuntar, que el margen de mejora no sea amplio. Los retos que se avecinan no son solo para quienes gobiernan. Que no haya expectativa de alternancia ni una oposición fuerte que controle a quien gestiona no es bueno ni siquiera para quienes ocupan el poder. Los socialistas murcianos tienen mucho trabajo interno por hacer. Les llevará tiempo, pero no pueden dormirse porque la Región necesita un liderazgo claro en la oposición y que se visualice si el PSRM respalda o no, y de qué forma, los proyectos regionales que están en marcha. La clave del éxito futuro, y no solo en política, radica en cómo se administran las derrotas de hoy.