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La Europa de los rescates

En esta semana en la que emergió de la crisis de la deuda soberana la nueva Europa de la austeridad y la disciplina fiscal, sin el concurso del Reino Unido, la actualidad dejó poco margen para ese escapismo de la realidad que propician los puentes festivos. Pero en algunos ratos libres pude dar rienda suelta a la tentación de releer fragmentos de la obra de Josep Pla, uno de los gigantes de las letras y del periodismo español del siglo XX, en busca de claves inéditas de esta reconstrucción europea. Aquel humilde payés del Ampurdán escribió desde Madrid las mejores crónicas periodísticas de la convulsa historia de la República, retrató como corresponsal el ascenso del nazismo en Alemania y del comunismo en Rusia, vivió el París de la primera posguerra mundial y fue testigo de la entrada de Mussolini con sus partidarios en Roma. Si alguien conoció bien las intangibles raíces de la Europa actual ese fue Josep Pla. De esa revisión de su obra me quedo con una frase de la entrevista que le hizo el filósofo Salvador Paníker en 1965 y que debe ser interpretada en su contexto histórico: «El nivel medio político del mundo es muy bajo, pero contiene cierto sentido común, un cierto instinto de no molestar a los demás y de no ocasionarles más sufrimientos de los que ya tienen. Éste es el objetivo general de la política en el mundo. Éste y el mantenimiento de la paz». Francia y Alemania, dos países que iniciaron la construcción de la UE para dejar de matarse en los campos de batalla, lideraron esta semana la fundación de una nueva Europa en la que 26 países ceden más soberanía, asumen más disciplina fiscal y saltan de la moneda común a la política económica común. Para salvar la economía del euro, Merkel y Sarkozy impusieron las reglas, convencidos de que la crisis de la deuda tiene su causa en la falta de confianza de los mercados en la disciplina fiscal de los países y en que puedan hacer frente a sus crecientes deudas. Esta operación de rescate, presentada como única alternativa, traerá recortes sensibles para la ciudadanía. La tesis ‘Merkozy’, que enlaza con la reflexión de Josep Pla, es que los sufrimientos que se avecinan a corto plazo para los europeos serían mayores a medio plazo si no se actúa ahora con firmeza. Pero la duda no reside en la intención o el sentido común de Merkel y Sarkozy, sino en el acierto de su diagnóstico: algunos economistas, como el Nobel Krugman, piensan que la obsesión por la austeridad no resolverá la crisis sino que precipitará una recesión. Con un Gobierno de ‘pretorianos’ dispuestos a quemarse en los próximos dos años con los ajustes, Mariano Rajoy encara un reto de órdago. Debe cumplir con la UE para que el Estado capte 380.000 millones de financiación en el primer semestre de 2012, asumiendo el riesgo de que el cerrojazo al gasto público frene la reactivación económica y crezca el paro. A la espera de que el BCE nos compre más deuda y lleguen los eurobonos, si llegan, Rajoy tiene que desarrollar la regla de gasto introducida en la Constitución y rescatar a la vez a las comunidades que soñaron con hacerse ricas con el ladrillo y ahora incumplen el déficit, como la Región de Murcia, la Comunitat Valenciana y Castilla-La Mancha. Esta es la Europa de los rescates de países, regiones y bancos, dura pero al menos sin guerras ni revoluciones sangrientas como las que vivió Josep Pla.

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