No hubo sorpresas de enjundia en la convención regional del PP, pero eso no restó interés a la cita de ayer en el Auditorio Víctor Villegas. En un solo acto los populares daban el pistoletazo de salida a la precampaña electoral de las próximas europeas, rendían homenaje a quien ha ganado cinco comicios autonómicos consecutivos y escenificaban de manera explícita que Valcárcel será uno de los hombres fuertes de la lista del PP al Parlamento Europeo. La cuestión era cómo hacer todo eso a la vez, sin que pareciera una despedida o un pase a segundo plano del propio Valcárcel. Ante la magnitud de problemas de presente y retos de futuro, la celebración de un acto de partido para revisar las luces de los 18 años de gobierno autonómico del PP solo podía entenderse, por más vueltas que le dieron los organizadores durante las semanas previas, desde claves preelectorales y de homenaje a quien ha ejercido un hiperliderazgo de indiscutible éxito en las urnas. Si hay un político murciano que merece el agradecimiento de su propio partido, tras tantas aplastantes victorias electorales, ese es Valcárcel. Por eso hasta el propio Rajoy, al inicio de su intervención, mostraba cierta perplejidad por tanto debate entre los suyos sobre la naturaleza del evento. Por si había alguna duda, Rajoy apostilló que Valcárcel se va (a Europa) porque es su decisión, ya que «tiene cuerda para rato». En lo político, lo mollar fue precisamente ese mensaje de que el presidente se marcha, pero no del todo. «Hay Valcárcel para rato», dijo él mismo, en un nítido aviso de que no desaparecerá del escenario político de la Región y seguirá con las riendas del partido hasta el congreso posterior a las autonómicas de 2015. Si con la convención se buscaba además un rearme moral del PP regional ante tanto tropiezo, sondeo en contra y protesta en la calle, no se puede negar que tuvo su éxito. Cuando pasen las semanas, y se serene la euforia interna, la sensación será otra porque ayer se visualizó que ninguno de los tres posibles sustitutos tiene el magnetismo y liderazgo de quien dejará San Esteban en abril. Otra cuestión diferente es el impacto real del acto en una ciudadanía que no está preocupada por el futuro de Valcárcel, sino por su propio turbulento presente lleno de problemas, con el paro a la cabeza. Muchas de esas adversidades se derivan de la crisis y de la mala financiación autonómica, pero también de algunos desaciertos del PP, tanto en la época de bonanza como durante los últimos años. Ignorar los errores, que darían para otro libro, sería tan disparatado como no reconocer los aciertos. La lista de tareas pendientes es larga e incluye desde la mejora del sistema educativo y la sostenibilidad del sistema murciano de salud al fin del déficit de infraestructuras, el saneamiento de las cuentas públicas y la profundización en la cultura democrática. El PP se inyectó ayer una dosis de autoconfianza. Ahora, como al PSOE, les toca recuperar la de los ciudadanos. Y rápido.