Los diez científicos de las Universidades de Murcia y Politécnica de Cartagena que han posado para la portada de la edición dominical de “La Verdad” simbolizan a todo el colectivo docente e investigador de ambas instituciones académicas, que la próxima semana pugnan por obtener el reconocimiento de “campus de excelencia” en competencia con otras Universidades españolas. De todos los proyectos que están al alcance de la mano, este es probablemente uno de los más importantes a medio y largo plazo para el futuro de la Región. No sólo está en juego la modernización de nuestras Universidades. También la posibilidad de situar a la Región como un enclave de referencia en el Mediterráneo en áreas como la agroalimentación, las tecnologías navales y las tecnologías biosanitarias. No es exagerado afirmar que el futuro económico de la Región depende en buena medida de la capacidad y los recursos de los que dispongan ambas Universidades, unidas ejemplarmente en el proyecto “Mare Nostrum”, para cumplir los objetivos de internacionalización, transferencia de conocimientos y mejoras científicas y docentes que se fijaron al articular esta iniciativa. En la sociedad del conocimiento hacia la que camina apresuradamente Europa, las regiones que se han configurado como polos geoestratégicos de excelencia son las que lideran el crecimiento económico y mejor soportan la crisis. En todos los casos han sido las Universidades y demás organismos públicos de investigación quienes han aportado la materia gris necesaria para impulsar estos cambios de modelo productivo en colaboración con las organizaciones empresariales y sociales. Si el campus “Mare Nostrum” obtiene el reconocimiento que ansía, se obtendrán los fondos precisos para dar ese salto cualitativo que permitirá atraer a los mejores estudiantes y científicos, así como dar un sensible impulso a sus instalaciones científicas y docentes. Nuestras Universidades compiten con otras 17 Universidades públicas y no será fácil conseguir el objetivo, especialmente porque hay intereses políticos partidistas que intentan influir en la decisión. Independientemente de lo que ocurra el próximo jueves es de justicia reconocer el concienzudo trabajo acometido durante el último año por los órganos rectores de la Politécnica de Cartagena y la Universidad de Murcia, que han dado una modélica muestra de cooperación y amplitud de miras, algo desgraciadamente poco habitual si analizamos el funcionamiento del conjunto de las Administraciones públicas, donde se duplican esfuerzos y la colaboración brilla por su ausencia. Las Universidades de Cartagena y Murcia supieron ver que tienen mucho más que ganar juntas que por separado en un contexto internacional donde sólo los centros académicos punteros y competitivos tienen garantizada la supervivencia. Toda una lección magistral que deberíamos aprender.