El Niño de Vallecas, el Primo y el Calabacillas eran los sobrenombres de tres bufones de la Corte de Felipe IV que fueron retratados por Velázquez con la misma solemnidad y dignidad que dispensaba en sus cuadros a los príncipes, infantas y cortesanos que usaban a esos pequeños hombres para su divertimento en palacio. Quienes nos representan hoy por expreso deseo del voto en las urnas no se merecen menos dignidad y deberíamos medirlos por su talla política, por su altura de miras, por su estatura moral. Es verdad que nuestros líderes no ayudan mucho en este aspecto, pero si uno rastrea las conversaciones en las redes sociales sobre los encuentros de Felipe VI con Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Mariano Rajoy comprobará que tenemos grandes reservas de estulticia. Bufonadas nunca nos van a faltar, por muy serio y comprometido que pueda ser el momento histórico en España.